La impotencia invade a Inmaculada Arroyo y se le nota en su tono de voz. El negocio del que lleva viviendo su familia desde hace 24 años se ha visto afectado de forma drástica debido a las obras de la plaza Mayor. El mesón El Encinar está situado en la plaza, junto a la torre de la Hierba, y con la colocación de las vallas de las obras es difícil divisar dónde se encuentra. Su madre, su hermana, su pareja, su hija y ella dependen de él. "Mi pareja está actualmente en paro, llegamos a final de mes a duras penas".

La solución, según la responsable del mesón, está en manos del ayuntamiento. "Mandé un escrito hace 3 semanas para pedir una solución porque esto no es justo, y si no me la dan, tendrán que indemnizarme". "Puse carteles para indicar cómo llegar, pero me los han quitado", afirma indignada. La familia de Inmaculada ya tuvo que cambiar de actividad una vez, "antes teníamos una pizzería aquí mismo, pero cuando acabó la movida de la plaza tuvimos que renovar el negocio".

La historia de esta empresa familiar la iniciaron sus padres, quienes junto a otros socios, abrieron Pizza Queen, la primera pizzería de Cáceres. Inmaculada solo tenía 6 años, aunque recuerda con nostalgia que "fue un boom porque no había más". Llegaron a tener otras dos aparte de la de la plaza, una en San Antón y otra en Ruta de la Plata. "El negocio funcionaba bien, pero al final tuvimos que cambiarlo porque empezó a haber saturación de pizzerías y porque se acabó la movida".

Así que en 2001 la familia Arroyo transformó el negocio en una franquicia, la Dehesa de Santa María, restaurante del mismo estilo que el actual. "Pegaba mucho más en el entorno turístico de la plaza Mayor". Tres años más tarde, su padre decidió abandonar la franquicia y abrir El Encinar en el mismo emplazamiento. Inmaculada se hizo cargo del negocio hace dos años y medio, cuando su padre falleció, y hasta ahora había funcionado bastante bien.

"Es un negocio en el que se nota mucho la diferencia de temporadas", recuerda, porque el turismo principalmente está presente en verano, época en la que doblan el personal que trabaja en el mesón y con ello se pueden sustentar unas 10 familias contando la suya. "Ahora, tengo a la mitad del personal a media jornada porque no hay trabajo".

En el mes de junio, según comenta la afectada, la situación no fue tan alarmante: "Perdimos un 30% en relación al año pasado, que ya fue flojo por la crisis". Ahora, asegura que las pérdidas ascienden a un 60 e incluso un 70%, "a este ritmo vamos a la ruina". Y es que el restaurante vive del turismo, como la gran mayoría de los hosteleros de la plaza Mayor, pero debido a la instalación de las vallas de la obra, el mesón apenas es visible desde algún punto de la plaza. Los afectados han empezado a llevar tarjetas publicitarias a los hoteles, para que los turistas sepan dónde está, e incluso piensan repartirlas en Pintores.

Por ahora podrá aguantar el verano, pero "no voy a sacar para el invierno y tendré que pedir un préstamo". La preocupación de Inmaculada es palpable porque no está segura de poder mantener a flote el negocio. "No estoy en contra de la obra, pero deberían haberla hecho en invierno", dice Inmaculada al periodista mientras su local continúa vacío.