Ya sea por causar daños al mobiliario urbano, por llevarse una planta a casa, por dejar al perro suelto o por descuidar al niño mientras pisotea el césped, lo cierto es que Cáceres sufre continuos daños en sus parques y jardines, algunos muy serios, hasta tal punto que el 15% de todo el presupuesto que maneja al año el Servicio Municipal de Parques y Jardines debe destinarse a reparar las deficiencias, es decir, entre 20.000 y 30.000 euros, "e incluso más", explican sus responsables. Sin duda, lo que peor llevan son los destrozos cometidos con premeditación, nocturnidad y alevosía , que se van sucediendo durante todo el año.

"En el nuevo polígono Casa Plata han roto todos los árboles de dos calles en dos noches, el 1 y el 17 de mayo. Empezaron por un extremo y acabaron por el otro. Eran ejemplares jóvenes, catalpas, fresnos, prunus y otras variedades, que no podrán reponerse hasta enero. Costarán, sin contabilizar la mano de obra, unos 2.500 euros", explica Miguel Durán, jefe del Servicio de Parques y Jardines. Además, los gamberros destrozaron el riego y 20 aspersores que supondrán unos 700 euros, sin incluir tampoco el coste del trabajo de un operario para reponerlos.

"En el Parque del Príncipe dañaron cuarenta aspersores en una noche, y suelen hacerlo simplemente porque les molesta que les mojen", lamenta Durán.

Otro daño habitual es el robo de plantas de los espacios públicos para ahorrarse unos euros. "Al jardín de la mediana de la avenida de Virgen de Guadalupe, junto al edificio Plaza Europa, le faltan ya la mitad de las flores de temporada, y eso que cuestan menos de un euro en un vivero", revela Durán. Pero lo peor fue cuando el ayuntamiento intentó plantar especies caras, más vistosas, como rododendros y azaleas, en algunas zonas muy transitadas del centro. "En una semana ya no había ninguna". Estos pequeños hurtos suelen ser cometidos por personas adultas que actúan a escondidas. "Roban hasta diez y doce metros de setos de los parques públicos para sus propios chalés", afirma.

Existen otros daños también importantes por la dejadez de los dueños de los perros, pero también de los padres de los niños más pequeños. "El césped situado junto a los juegos del paseo de Cánovas está destrozado porque los niños corretean encima. Entendemos que es casi inevitable, de modo que pondremos una barandilla para evitarlo", indica Durán.