Los ojos azules de Pablo Naranjo Porras (Romangordo 1914-Cáceres 1997) contemplaron como Miguel Maura llamó a las puertas de Gobernación el día en que en Madrid se proclamó la Segunda República. Sintió entonces que en España comenzaba una nueva época coincidiendo con su ingreso en la Facultad de Filosofía y Letras y su acercamiento a profesores como Claudio Sánchez Albornoz o Américo Castro. pero la guerra civil acabó con todo aquello y Pablo Naranjo se encuadró como oficial en el Ejército Republicano. En el 38 cayó prisionero de los nacionales y fue condenado a muerte, pena que le fue conmutada por reclusión perpetua. En 1941, tras largas vicisitudes, se le concedió la libertad condicional.

Este y otros capítulos de uno de los profesores y políticos socialistas cacereños más reconocidos de nuestra historia reciente se condensan en el último libro que ha escrito el historiador y doctor en Filosofía y Letras, Manuel Vaz-Romero.

Con el título Pablo Naranjo: un hombre de principios , Vaz-Romero bucea en la biografía de un personaje "muy singular y de grandes principios de honestidad, rigor y rectitud en sus trabajos políticos y profesionales", asegura el autor, que se acerca a la figura del catedrático a través de testimonios de amigos, exalumnos y familiares directos del fallecido, entre ellos su hijos Jaime y Vicenta.

Igualmente se ha documentado en los archivos del Ayuntamiento de Cáceres y en las hemerotecas de los periódicos regionales. Tras su investigación llega a esta definición de Naranjo: "Fue un hombre con gran capacidad de trabajo y gran calidad humana".

Tres bloques

El libro se divide en tres grandes bloques: trayectoria militar, etapa como profesor y bagaje político. "La guerra civil tronchó sus esquemas de futuro, derrumbó sus proyectos juveniles y cortaría en flor sus ilusiones y esperanzas", sostiene el autor, quien recuerda que Pablo Naranjo luchó en el frente de Somosierra como soldado del 5º Regimiento. "Fue herido gravemente como teniente de artillería en el campo de batalla --añade--. Al final de su trayectoria militar cae prisionero en el frente de Málaga, pasa por cárceles y campos de concentración hasta que finalmente logró la libertad", relata Vaz-Romero.

Pablo Naranjo fue también un "profesor de raza porque era profundamente vocacional. Nació para la enseñanza, tenía un proverbial carisma, acertada pedagogía y gran amenidad. Defendía que hay que enseñar deleitando, tenía una claridad expositiva a toda prueba", recalca el biógrafo.

Naranjo inició la docencia en el colegio San Antonio de Padua, "era un todoterreno", dice Vaz-Romero. Luego pasó por la Fundación don Rosendo Galán de Montánchez, y en Miajadas imparte clases en la Academia Nebrija, hasta que se hace profesor de instituto y llega como interino a El Brocense. Posteriormente hace oposiciones a cátedra y ya como catedrático da clases en Valencia de Alcántara y Torrijos para finalmente recalar en el Instituto Norba Caesarina de Cáceres, donde permanecería hasta su jubilación.

Político

La última faceta de Pablo Naranjo es la de político. "Tuvo una conducta rectilínea a través de un reconocido liderazgo moral materializado en una constante preocupación moral acatada tanto por sus compañeros políticos como por sus adversarios". Naranjo, que participó en la aprobación del primer texto constitucional, y que tuvo muy claro que "no había que servirse de la política", fue senador del reino en las Cortes Constituyentes entre 1977 y 1979 y "evidentemente no solo calentó el sillón sino que presentó numerosas iniciativas tramitadas, compaginando todo eso con su trabajo docente, vamos, que no estaba liberado", subraya.

Tras su etapa en el Senado, Naranjo, que reorganizó el PSOE en Cáceres y la agrupación provincial junto a Pablo Castellano, sale como concejal de Cáceres en las elecciones municipales de 1979. Un año después renunció al cargo de teniente de alcalde por motivos de salud.

El autor

Pablo Naranjo: un hombre de principios , es el último libro de Manuel Vaz-Romero, y hace el número 24. El 25, que también está a punto de editarse, estará dedicado a Llopis Ivorra, obispo de la diócesis de Coria-Cáceres. Vaz-Romero ha escrito biografías, ha indagado en los alcaldes cacereños, en los presidentes de diputación...

En pleno debate sobre la Ley de Memoria Histórica, el escritor indica que es "un tema profundo. Tiene que ser una memoria histórica solvente, objetiva y muy seria: se trata de hacer justicia a las personas que en su momento tuvieron la desgracia de caer fusiladas, extendiendo la mirada a ambos bandos". Con este libro, Vaz-Romero también hace justicia, esa que retrata la vida y el compromiso de Pablo Naranjo, el teniente rojo.