A pesar de la coincidencia con la romería de San Blas, mucho público acompañó ayer a la Virgen de las Candelas en la tradicional procesión desde la ermita de la calle San Ildefonso al templo principal de San Mateo, con la que terminan los actos conmemorativos de esta festividad. A las cinco de la tarde, puntual, Paulino Hernández, párroco de San Mateo, llevó a cabo la bendición de las velas que acompañan a la Virgen en este trayecto y que en ese momento ya portaban el centenar de personas que llenaron la ermita y que acompañaron a la imagen en su recorrido.

"Hay mucha más gente que otros años a pesar de la coincidencia", destacaba Juan Burgos, uno de los organizadores de esta fiesta. Se felicitaba además de haber conseguido agotar las roscas puestas a la venta.

La Virgen fue recibida en la calle con la suelta de una treintena de palomas, este año a liberadas por Cristina, Jorge, Alberto y Sergio, cuatro niños del barrio. En poco más de diez minutos, cubrió el trayecto desde la ermita a San Mateo, que transcurre por la calle Torremochada, Santa Clara y calle Ancha, acompañada por los cánticos de los vecinos, como Guadalupe Galeano, que vive detrás de San Mateo y nunca falta a esta cita a la que empezó a acudir con su madre, que falleció hace 6 años. Tras la misa en San Mateo, la Virgen regresó a su ermita y las candelas se apagaron. Pero solo hasta el año que viene.