En una impresionante muestra de duelo, la iglesia de Santiago se quedó ayer pequeña para acoger el funeral del matrimonio muerto a tiros en una vivienda del residencial Gredos, donde fue hallado el pasado lunes por un familiar. Manuel Barra y Consuelo Quintanilla, de 73 y 64 años, respectivamente, recibieron el último adiós de familiares y amigos en una tarde lluviosa en la capital cacereña, tan triste como los momentos que se vivieron en el templo. Muchos vecinos tuvieron incluso que seguir la misa con paraguas desde la calle porque fue materialmente imposible que diera cabida a tal cantidad de público.

Los dos coches que transportaban los féretros con los cuerpos sin vida del empresario y su mujer llegaron poco antes de las cuatro de la tarde a la parroquia del casco antiguo --muy cerca de Tenerías, donde había residido la familia-- en la que ya les esperaban numerosos ciudadanos. Las muestras de dolor se sucedieron en la entrada a medida que fueron apareciendo los hijos del matrimonio, abatidos por la pérdida de sus padres.

En el interior del templo, el párroco Francisco Javier Romero tuvo palabras de aliento para los familiares "para que no pierdan ni el ánimo ni la fortaleza tras haber sufrido la trágica e inesperada muerte" de la pareja. El religioso aludió durante su homilia "a las circunstancias que han rodeado" al doble crimen, "terriblemente dolorosas y humanamente trágicas", dijo.

CONMOCION En medio de un gran silencio y conmoción por lo sucedido, el párroco de Santiago se dirigió a todos los familiares que se encontraban en las primeras filas asegurando que "se les ha cargado una pesada cruz" a raíz de la muerte del matrimonio. Romero añadió que la Iglesia les acogía "con respeto y afecto", pidiéndoles que confiaran "en la fuerza invisible del amor" para intentar superar la tragedia por la doble muerte.

La gran muestra de afecto que recibieron los fallecidos Manuel Barra y Consuelo Quintanilla puso de manifiesto que se trataba de dos personas muy apreciadas en la capital cacereña. Prueba de ello, fueron las colas que se formaron para dar el pésame a la familia y que se prolongaron durante más de media hora en la iglesia de Santiago. Elena, Gema, Domingo, Jorge y José Manuel, hijos del matrimonio, recibieron las condolencias, junto a los otros familiares de la pareja.

La salida de los féretros se produjo pasadas las cinco de la tarde con destino al cementerio cacereño para que el empresario y su mujer recibieran sepultura. A esa hora seguía lloviendo en el exterior del templo en una tarde de invierno que nadie hubiera querido vivir nunca.