Las terrazas tienen dos ventajas realmente importantes en estos momentos. Por un lado, de cara a la hostelería, son la salvación de buena parte de los locales durante el verano del covid, en el que la gente huye de los establecimientos interiores. Por otro, de cara al público, ofrecen un plus de seguridad e higiene al aire libre. Dos razones (economía y sanidad) que han motivado uno de los trámites más intensos que se recuerdan en el ayuntamiento para poner a punto las 221 terrazas que en estos momentos tiene la ciudad. De ellas, 137 cuentan con ampliaciones extraordinarias a fin de instalar nuevas mesas o colocar la totalidad de los veladores con las distancias obligadas.

Así lo explica el concejal de Urbanismo de Cáceres, José Ramón Bello, que ha hecho balance de la ‘operación terrazas’ a petición de este diario, cuando solo faltan contados expedientes por resolver. La ciudad dispone de un velador por cada 436 habitantes. Algunos bares nunca habían solicitado esta licencia y en seis casos muy específicos han ocupado plazas de aparcamiento. «El sector ha tenido una absoluta necesidad de colocar sus mesas fuera, y hemos trabajado sin descanso para hacerlo posible», señala José Ramón Bello. La Sección de Actividades ha trabajado incluso los fines de semana, «porque queríamos darle toda la celeridad posible desde la fase 1», explica.

ADECUACIÓN DE NORMAS / Estas adaptaciones se han realizado desde varios frentes: ajustando la ordenanza de veladores a las especiales necesidades del gremio tras la pandemia, publicando resoluciones de alcaldía a raíz de cada orden ministerial para flexibilizar las terrazas, y abriendo un periodo extraordinario para la solicitud de nuevos veladores, por si había locales que en diciembre olvidaron pedir el permiso de 2020, u otros nuevos que necesitaran este servicio. Y ha surtido efecto, porque a día de hoy Cáceres tiene 132 terrazas más reguladas respecto al periodo ordinario. «Todo ello se ha llevado a cabo mediante continuas reuniones con organizaciones constituidas y no constituidas oficialmente, abriendo canales directos para agilizar los trámites. Hay que decir que nos hemos encontrado con una hostelería entregada, con un sector que quiere trabajar, hacer bien las cosas y que la gente se sienta segura», detalla el edil de Urbanismo.

En definitiva, ya hay 221 terrazas y en los últimos días solo quedaban por estudiar dos solicitudes, aunque el ayuntamiento sigue admitiendo peticiones de hosteleros que buscan soluciones a sus problemas. «Lamentablemente no todos los expedientes han tenido un informe favorable al incumplir la ordenanza, al solicitar lugares que entrañan riesgos o al contravenir la legalidad», reconoce Bello. Esto ha ocurrido principalmente en Pizarro, donde el tránsito de vehículos como eje de evacuación impide los veladores, y en La Madrila, por ser zona ya saturada. «Hemos tenido diferentes reuniones con ellos, les dijimos que era muy complicado, pero pedimos informes, buscamos soluciones con la policía y no ha sido posible», señala José Ramón Bello.

Ahora toca la segunda parte, también responsabilidad del ayuntamiento: garantizar que esos establecimientos cumplan con las exigencias de la nueva normalidad para preservar la salud colectiva. «Debemos ser rigurosos con las medidas de seguridad, salubridad y accesibilidad», subraya el edil. En rasgos generales, las terrazas tienen que ser accesibles, disponer de un recorrido libre, estar a 1,80 metros de la fachada y mantener una distancia entre mesas o agrupaciones de mesas de 1,5 metros. En estos momentos se les permite un 90% de aforo (75% en el interior).

Asimismo, deben ofrecer hidrogeles en los accesos, contar con un empleado que siente a los clientes (porque hay que limpiar cada mesa y cada silla entre un servicio y otro), y retirar el resto del mobiliario. No se admiten vasos ni cubiertos al aire libre, y las mesas no pueden tener sobre ellas ceniceros, dispensadores de servilletas, palilleros ni cartas de menú. Incluso las tapas han de ser individuales. El recorrido al aseo debe ser claro y obliga a llevar mascarilla.

El aparato sancionador también corresponde al ayuntamiento, y es aquí donde ha entrado en juego la nueva Policía Administrativa, que ha tenido un papel muy eficaz desde la pandemia. Formada por una docena de agentes de la Policía Local que destacan por su vocación en el trato con la ciudadanía, se han encargado de estudiar los informes para las ampliaciones y nuevas ubicaciones de terrazas. Hasta el momento han emitido 241 informes y 213 expedientes sobre ampliaciones, y han notificado 132 autorizaciones personalmente.

Pero además, desde la fase 1, la Policía Administrativa ha realizado 272 visitas a establecimientos para garantizar que las normas se cumplen. «Indican a los hosteleros qué hacen bien y qué no, porque hay normativas complejas y cuestiones difíciles de interpretar. Los agentes lo explican de forma muy didáctica, asesoran, facilitan un medio de contacto y regresan para comprobar que se toman las medidas higiénico sanitarias, siempre con un trato cercano, en la línea de esa policía constructiva», destaca Bello.

REINCIDENCIA / De hecho, los agentes dan a los locales 48 horas para subsanar fallos. Prueba de ello es que se han levantado 154 actas a bares, con un total de 206 deficiencias, que se han solucionado de forma rápida. Finalmente sólo han requerido sanción 14 casos por reincidencia, tras varias visitas de la policía, en su mayor parte terrazas. Las faltas han sido sobre todo por excesivo número de mesas, falta de hidrogel, demasiado público en la barra o gente bailando en las pistas de locales interiores. «Pero realmente la gran mayoría de los hosteleros están cooperando», destaca el edil.

Los hosteleros agradecen el apoyo pero recuerdan que quedan flecos

En general, los hosteleros cacereños manifiestan sentirse «más tranquilos» en la medida en que el ayuntamiento ha ido resolviendo la concesión de terrazas, salvo algunos locales con serias dificultades para una solución viable que les permita empezar a trabajar (aseguran que solo con el espacio interior no son viables). Así lo explica la Asociación Cacereña de Bares y Restaurantes (Acabares), formada a raíz de la situación generada por la pandemia. Aunque lamenta que la gestión municipal «ha sido muy lenta», finalmente agradece la «voluntad y predisposición de a apoyar al sector».

Recuerda algunos flecos pendientes, como las ayudas públicas, la cuestión de las tasas, la flexibilización de horarios y un teléfono o correo donde poder consultar sus principales dudas: aforos, organización de eventos en los interiores y uso de mascarillas de los clientes en las terrazas. En general, el sector está preocupado por la bajada de la demanda.

Restaurante El Tapeo: “Notamos que vienen más clientes”

Paradójicamente, la extraña situación del ‘verano covid’ está deparando más movimiento del habitual en algunas terrazas. Es el caso de ‘El Tapeo’, en la urbanización Gredos, donde el público nunca falta pero ahora se percibe mayor afluencia. «No sabemos si es que la gente no se ha marchado de vacaciones, o aquí sienten seguridad por las medidas que aplicamos», explica Pedro Suárez, su propietario. El caso es que ya están los cinco empleados fuera del ERTE y por ahora no les falta el trabajo.

Pedro tenía en principio 8 mesas, pero las amplió a 15 tras recibir el visto bueno del ayuntamiento, porque está junto a un espacio peatonal que permite flexibilidad (los clientes no pueden mover las mesas, solo el personal por prevención). Y además ha percibido un cambio curioso: «Este año se consume menos alcohol pero más refrescos y agua en botellines. También se alargan las estancias».

Tapería restaurante Los Ibéricos: “La gente vuelve al pincho caliente”

Situado en un lugar estratégico, en la esquina de Alzapiernas con Moret y Paneras, paso obligado de turistas y de numerosos cacereños, la tapería restaurante ‘Los Ibéricos’ reabrió el 24 de mayo. «Al principio la gente tenía miedo, luego hemos ido a mejor pero aún estamos en la mitad de ventas del año pasado. Ya trabajamos cuatro personas y siguen tres empleados en el ERTE, nos gustaría sacarlos cuanto antes», explica Mª Victoria Márquez, que ha solicitado al ayuntamiento el aumento de 9 a 12 mesas en la terraza. La zona centro ha notado especialmente la caída de público, pero también advierte otros cambios de hábitos: «El cliente que pedía menú y tapas se conforma ahora con los pinchos, preferiblemente calientes, para irse comido. Hay miedo a gastar. Por eso, cada día ofrecemos distintas opciones (paella, carne...) que acompañan a la cerveza de 1,20 € o al refresco», detalla.

Bar Salas: “Se percibe el miedo a gastar”

Los rejos del bar Salas están por encima de la pandemia. Clientes de distintos puntos de la ciudad han vuelto tras el confinamiento a este local, que en agosto cumple nada menos que 25 años en San Blas. Pero su propietario, José Pablo Morales, veterano hostelero, percibe que la situación no acaba de recuperarse: «Hay días flojos, otros que nos desbordan. Junio fue más regular, estuvo mejor. En mi opinión tiene mucho que ver la economía. Quien está en el paro o en ERTE no gasta, y el que tiene trabajo teme que volvamos para atrás y gasta menos».

Afortunadamente, el bar Salas ha mantenido su terraza de 9 mesas por la autorización que le ha dado el ayuntamiento para ocupar tres aparcamientos. El ancho de la acera no se lo hubiera permitido. Ahora solo espera que el verano sea benévolo, entre sus rejos, sus menús de celiacos y otras propuestas, para poder rescatar al segundo empleado del ERTE.