Muchos de los que acuden a las colas de alimentos o a las organizaciones benéficas no lo habían hecho nunca. Por eso se muestran avergonzados de su situación y les cuesta exponerla con claridad, incluso la ocultan a su propia familia. "Ya no hablamos de colectivos vulnerables, ahora cualquiera puede necesitar ayuda", explican en Cáritas.