La auténtica crónica de la visita principesca comenzó hace ya muchas jornadas... En el complejo San Francisco, las tareas de puesta a punto se iniciaron dos semanas atrás, y los cuerpos de seguridad llevaban días rastreando la zona. Ayer, los trabajadores del recinto --conserjes, limpiadores, conservatorio, hostelería...-- tenían que dar sus nombres y apellidos para acceder a sus puestos, sin duda un aliciente contra la rutina. Y en la calle proliferaban las unidades móviles, los policías y muchos hombres con trajes elegantes y pinganillos que todo el mundo atribuía sin dudarlo a la Casa Real.

Pocas veces han tenido los conductores de ambulancia un escenario tan entretenido desde la valla de Urgencias: guardaespaldas vigilando por aquí, republicanos gritando por allá, reporteros que buscan el acceso correcto, autoridades que llegan en un Audi, y en otro, y en otro... A las 11.30, un perro especialista en detección de explosivos, Bady, olisquea juguetón los Iphone, las tablets, las cámaras, los bolsos y las mochilas de los periodistas. Los responsables de seguridad son inflexibles: desde ese momento hay que entrar en grupo y permanecer donde se indique. Ni un alma libre. Alguna reportera posa cual Letizia para que los gráficos ajusten sus objetivos. Hay risas. El día será largo.

11.50 horas. Los Príncipes, que han llegado en helicóptero al Cuartillo, pasan de largo con un Mercedes de la Casa Real por la puerta principal del complejo, donde los republicanos enarbolan sus causas, para entrar por el acceso norte, junto al aparcamiento. Les reciben a pie de coche las principales autoridades extremeñas: José Antonio Monago , presidente regional, y Fernando Manzano , presidente de la Asamblea, además del Delegado del Gobierno, Germán López Iglesias , el presidente de la Diputación Provincial, Laureano León , y la alcaldesa, Elena Nevado .

Doña Letizia se lleva sin duda todas las miradas... todos los comentarios... todas las fotos... Su vestido coral de gasa vaporosa, plisado, corto, de manga francesa y ajustado suavemente a la cintura deja ver su figura delgada, muy esbelta y sin duda muy elegante. Con zapatos peep-toes de tono nude y bolso de mano a juego, se adentra en el complejo junto al Príncipe, que lleva traje galés gris con listas mostaza, corbata casi a juego con el vestido de la Princesa, y zapatos color vino con hebilla lateral.

Prisas... y la foto

La prensa se estresa... Apenas unos segundos para tomar la foto antes de que la comitiva se meta en la sala de autoridades. Don Felipe se detiene y mira a las cámaras. También Doña Letizia . Eso concede dos segundos más. Ahí está la foto. El director del Cervantes, Víctor García de la Concha , acompaña a los Príncipes dentro de la estancia. Solo cinco minutos después salen para tomar asiento en el auditorio, donde se desarrollará la reunión con los 80 directores del instituto. Todas las sillas tienen un cartel, todas menos dos. Resulta obvio quién debe tomar asiento.

Comenzado el acto, la seguridad de la Casa Real ni siquiera permite permanecer dentro del complejo, salvo a las autoridades y a los empleados. Tras hora y media de reunión, todos los participantes salen del auditorio principal. Don Felipe y Doña Letizia , visiblemente más relajados, suben del brazo los veintidós escalones que separan la planta baja del claustro acristalado superior, parejo a la sala García Matos. Llega la hora del cóctel.

El Catering San Jorge se ha esmerado. No falta jamón ibérico de bellota, ni lomo, ni queso de cabra al Pimentón de la Vera, ni por supuesto Torta del Casar. Hay cazuelitas de migas extremeñas, tostas de morcilla de Guadalupe con manzana caramelizada, micro de bacalao monacal... La Princesa prefiere aprovechar la ocasión para saludar, mesa por mesa, a todos los directores de los centros Cervates del mundo. El Príncipe saborea el embutido de la tierra, comenzando por el queso puro de oveja, y entabla conversación con Monago y Laureano León . Cuando le presentan a Juan Carlos Sendín , diputado provincial de Las Hurdes, don Felipe recuerda que su padre le ha hablado del viaje entrañable que realizó a la comarca, y también su bisabuelo Alfonso XIII.

Los Príncipes acceden a hacerse fotos con quienes se lo piden, y en su despedida tienen gestos de cercanía con los trabajadores. A las dos en punto parte el Mercedes rumbo al helicóptero. En San Francisco, llega el momento de rescatar las fotos y subirlas a Facebook, a Twitter y al whatsApp.