ADIF acaba de hacer pública su decisión de mantener la estación de ferrocarril en su emplazamiento actual invirtiendo 2,2 millones de euros para conectarla con el "Corredor de la Velocidad Alta".

La tomadura de pelo de ADIF para con la ciudad de Cáceres ha durado diez largos años. Para situar los actos de esta pantomima, tenemos que remontarnos al 24 de marzo del 2003, fecha en la que tiene lugar la primera reunión mixta ADIF/Ayuntamiento de Cáceres para tratar sobre el tema de la futura estación del AVE.

Siguiendo la estrategia que dice, "si quieres paralizar un proyecto, crea una comisión", con fecha 25 de octubre del 2007 se crea la Comisión para la Integración del Ferrocarril en Cáceres, ¡que bonito nombre para tan estéril historia! El tercer acto de la sinfonía se escribe en "andante ma non tropo" y consta de la publicación en el BOE del 26 de junio del 2008 de un concurso de estudio para la "integración urbana del ferrocarril en Cáceres", dotado con la significativa cifra de 655.676 euros, me pregunto: ¿a qué alforjas irían a parar esta suculenta cifra a cambio de marear una perdiz que había nacido muerta? Una persona que asistió a una de las reuniones de la famosa comisión me manifestó que la actitud de los técnicos de Adif fue siempre de displicencia hacia el proyecto y de aparente convicción de que nunca llegaría a ejecutarse.

Como en las tragedias griegas, el destino del héroe no estuvo a la altura del esfuerzo realizado en el trayecto y la "Itaca" que nos propone ADIF es una ridícula inversión de conexiones de las vías, apenas superior al despilfarro del estudio del que nunca más supimos su contenido.

Cáceres se queda sin AVE, con Aldea Moret y el nuevo barrio del Junquillo aislados, sin aeródromo, sin centro logístico intermodal, sin ambiciones de cambios que insuflen de aire fresco a una ciudad que ha vuelto a postrarse en la apatía y en la falta de ilusiones. Para este viaje no se necesitaban alforjas.