Obstetras, enfermeras, doulas, salus… Hay muchos profesionales sanitarios a la hora de acompañar a la mujer en su embarazo, parto y postparto y, muchas veces, las más olvidadas son las matronas. En España es una profesión reglada, con seis años de estudio y con una amplia tradición. Sin embargo, no todo el mundo sabe exactamente para qué sirven a la hora de atender a la mujer. No todo el mundo sabe que, si un parto es bueno, es decir, si la mujer es sana y no representa ninguna complicación, ellas (y ellos porque también hay matrones) son las encargadas de atender ese parto.

Durante el mes de marzo el Palacio de la Isla acoge un homenaje documental a las mujeres, especialmente a las responsables de que naciesen en las mejores condiciones niños y niñas y a la vez, ser las profesionales que velaron por la salud de las madres. Fueron muchas las parteras, profesoras de parto, comadronas o matronas que a lo largo de los siglos se han encargado de traer cacereños al mundo. Mujeres que carecían de horario y calendario, estando en alerta permanente para asistir a las parturientas que solicitaban su ayuda.

Fernando Jiménez Berrocal, archivero, cronista oficial de Cáceres y colaborador de este diario, habla de la «presencia de comadronas tituladas ejerciendo su labor en la capital cacereña desde los años 50 del siglo XIX. Conocemos sus nombres y también sus datos académicos por las solicitudes que realizaban al ayuntamiento para poder desempeñar su función en la ciudad. Por ello hemos considerado oportuno que sus datos figuren en la exposición como Documento del Mes de Marzo, para que sepamos quiénes fueron, qué formación tenían, de dónde venían, cuánto ganaban y cuántos años dedicaron a su importante labor».

Además, el archivero destaca la tarea de seis de ellas. «Vicenta Muñoz era profesora de partos y trabajaba en Cáceres desde 1891. Felisa Marín igualmente era profesora de partos por la Universidad de Salamanca y solicitó iniciar su trabajo en Cáceres en 1913. Juana Pulido era matrona titulada en la Universidad de Madrid y en 1929 pidió una plaza de comadrona municipal. Maria Nogales era profesora de partos y quiso trabajar en la Beneficencia Municipal en 1929. María Román, aparte de profesora de partos es practicante en cirugía menor. Y por último Juliana Álvarez Moral, una vallisoletana nacida en 1892 que desempeñó su oficio en Cáceres desde 1919 cuando accedió a la plaza, hasta 1962, fecha en la que se jubiló a la edad de 70 años».

Fueron una pieza clave en la bajada de la mortalidad infantil y en la excesiva mortalidad de parturientas. De esta forma hacen públicos sus nombres como agradecimiento de la ciudad a unas profesionales que tanto tuvieron que ver con la salud y los avances sanitarios, concluye Berrocal.