Son otros tiempos para el mundo del libro y las librerías y Vicente Libros, la veterana de la ciudad, abre una nueva página en su historia. Hace un mes ha cerrado la sucursal que inauguró veinte años atrás en la plaza Mayor para mantener únicamente la tienda original, en el número 2 de la calle Pintores, que lleva 54 años nutriendo de lecturas de todo tipo a cacereños y turistas. Y ahora es la tercera generación de la familia la que continuará la saga de libreros: Sara Santos, la nieta del precursor.

El negocio lo empezó Vicente Santos Rouco y lo continuó, dándole un empuje especial, su hijo, también Vicente de nombre, un librero tímido pero apasionado por el mundo de las páginas encuadernadas y lo extremeño. Tanto es así que organizó durante muchos años exposiciones de libros de la región en los soportales de la plaza Mayor. Empezó con 138 títulos escritos por extremeños o sobre la región y hoy "es difícil calcular cuantos hay", explica Sara Santos. Los libros extremeños son, junto a la poesía, el cine y el ensayo, una de sus especialidades.

El prefiere mantenerse al margen de la prensa y son su mujer, María Luisa Solana, y su hija quienes cuentan la historia. "Recuerdo que vendíamos los libros de Austral a una peseta y que la policía se presentaba para requisarte libros o revistas y ni te los abonaban. A veces recibías un soplo y podías esconderlos antes".

Libros soviéticos

Solana cuenta una anécdota detrás de otra. Como la de una pluma Mont Blanc que mandaron a reparar a Alemania justo cuando estalló la II Guerra Mundial, pero al final la pluma la enviaron cuando terminó la contienda. O la primera exposición de libros soviéticos que organizó su marido nada más morir Franco ante las críticas de la derecha.

Vicente Libros, que se enorgullece de tener uno de los mejores depósitos de la región, hoy vende también por internet (www.vicentelibros.com ) y a pesar del cierre del local de la plaza Mayor, tiene asegurada su continuidad. Sara Santos le da vueltas a la cabeza a su sueño de abrir una librería más grande, con cafetería y sala de exposiciones y reuniones, como algunas de las grandes ciudades. También con promocionar a autores extremeños fuera de la región o recuperar el premio de poesía Mirlo Blanco que instituyó su padre, hoy ya retirado. Serán otros tiempos.