"Como tú no hay nadie, mujer fuerte y luchadora, que enseñó todo lo mejor a sus hijos. Recordamos con cariño tus mimos y tus abrazos, te amamos como nadie". Esas fueron las palabras que regaló Trinidad Leal a su madre, Victoria Muriel, que este diciembre cumplirá un siglo de vida. Fue una de las dos centenarias que ayer recibió un homenaje del ayuntamiento por el mes del Mayor; la otra fue Celestina Jiménez, que está a punto de cumplir 104 años.

Victoria nació en Miralrío, en diciembre del 1913. Ama de casa durante toda su vida, estuvo casada con un Guardia Civil con el que tuvo seis retoños (aunque solo viven cinco), que le han regalado a sus nueve nietos y siete biznietos. Ayer estaba nerviosa y callada, aunque ella suele ser muy parlanchina. "Le encanta cantar el Redoble, está todo el día cantando", decía una de sus hijas.

Celestina, con casi 104 años, no paró ayer de contar recuerdos de su juventud e infancia. De joven cantaba en el coro de Santiago y siempre ayudó a su madre, de quien aprendió las labores de la casa. "Ha cambiado todo mucho, antes los sábados no se podía salir de casa y nosotras teníamos que ir tapadas, solo nos faltaba ponernos una careta para esconder la cara", recuerda Celestina, que vivió en el barrio de San Blas, donde tuvo tres hijos. Ahora conoce también a sus cinco nietos y sus once biznietos. "Es una alegría, he podido ir a todas las comuniones", decía ayer.

La alcaldesa, Elena Nevado, les regaló un ramo de flores y un libro de Cáceres. Que vivan muchos años más.