El top-manta , la proliferación de nuevos canales y las descargas de películas por internet se han convertido en los peores enemigos de los videoclubs, que, en mayor o menor grado, han visto como su volumen de negocio ha disminuido en los últimos años. Las armas para plantar cara a la piratería: los videojuegos, las golosinas y las novedades cinematográficas.

En la ciudad, según los datos que maneja la Cámara de Comercio de Cáceres, a 31 de diciembre del 2005 había registrados 15 videoclubs --en el 2002 se contabilizaban 14; en el 2001, 10; y en 1996, 8--.

Los propietarios y encargados de los videoclubs consultados por este diario reconocen que la piratería ha influido en sus negocios, aunque no en todos en la misma proporción.

Ana Palomo, trabajadora de Bluster Vídeo --con franquicias y tiendas propias en numerosas capitales de España--, explica que el alquiler de películas ha disminuido "un poco, pero no sólo por la piratería, sino por la multitud de canales que han surgido en los últimos años". Ana añade que, sobre todo, se ha reducido el alquiler de películas que no son estrenos, pues las novedades "siguen viniendo a buscarlas".

En cuanto al futuro de estos establecimientos, Ana se muestra rotunda: "El número de videoclubs en Cáceres se mantiene porque si uno cierra, abre otro", dice.

No es tan optimista Eva María Pinero, empleada del videoclub Arimar --con tres establecimientos en la ciudad--, quien reconoce que en los últimos dos años el alquiler de cintas se ha reducido considerablemente. "Se ha notado mucho", asegura.

Eva María también reconoce que sobre todo ha disminuido el alquiler de películas de "de fondo", por eso, intentan contratacar a la piratería intentando ofrecer "más novedades".

Jesús Nieto, encargado de Intervídeo, comenta que lo que realmente ha sufrido un recorte espectacular es la venta de películas, según sus cálculos "un 90%", mientras que en el alquiler no se ha notado tanto.

Nieto afirma que las descargas de películas a través de la red y el llamado top-manta afectan "por igual" a estos establecimientos. "Sigue habiendo negocio porque te adaptas", asegura.

En este sentido y para contrarrestar la pérdida de esos antiguos ingresos muchos empresarios han decidido diversificar la oferta a sus clientes con otros productos. Este es el caso de Intervídeo: "Antes sólo éramos videoclub y, ahora, un 25% está dedicado a los videojuegos y un 10 o un 15% a las golosinas", explica Jesús. "Estamos aguantando por diversificar el negocio y adaptarnos a la demanda", añade.

La propietaria del videoclub Sala 21, María Angeles Blasco, reconoce que cuando hace tres años decidió emprender este negocio le dio un poco "de miedo". Sin embargo, señala que aunque ha percibido los efectos de la piratería --cree que sobre todo le han afectado las descargas por internet--, afirma rotunda que su caja nota más los factores climatológicos que el top-manta : "Cuando llueve se alquilan hasta tres y cuatro veces más películas".

Otros propietarios de videoclubs consultados también coinciden con los testimonios de sus compañeros, así como en que la legislación debería imponer sanciones más severas a los piratas.