El Poblado Minero de Cáceres está catalogado como Bien de Interés Cultural desde 2011, junto con las treinta principales joyas patrimoniales de la ciudad: palacios, iglesias o la propia cueva de Maltravieso. Cualquier daño puede acarrear elevadas multas que van de 60.000 euros hasta 1,2 millones, una advertencia para reír o llorar, porque quien conozca el estado actual del poblado (el primero extremeño con planeamiento urbanístico en el siglo XIX), se preguntará quién ha velado por este enorme patrimonio industrial que bien pudiera figurar entre los mayores de España en arqueología minera. El expolio ha acabado con su esplendor en las dos últimas décadas.

Pero no está todo perdido. Quedan suficientes vestigios de aquellas 119 construcciones y 12 pozos que llegó a tener el entramado de la mina de fosfatos desde 1864 hasta 1960 (galerías, factorías, almacenes, viviendas ajardinadas, oficinas, malacate...) para lanzar un SOS que permita protegerlo y divulgarlo, como hacen otros muchos municipios y ciudades españolas, orgullosas de su pasado minero. La Asociación Minas Aldea Moret (AMAM) ha renovado su directiva y ha reactivado sus objetivos para luchar por ello. Sus ocho responsables, todos hijos de Aldea Moret, no aciertan a comprender por qué Cáceres no salvaguarda su brillante pasado industrial, es más, «no nos explicamos por qué se le da la espalda, por qué se tiene una imagen tan distinta del barrio en lugar de una consideración especial», inquiere Pedro Cabezas, presidente del colectivo.

De hecho, ya se sabe que el complejo minero trajo la industria, el ferrocarril y el progreso a un Cáceres donde las factorías eran prácticamente inexistentes. Setecientos mineros trabajaban día y noche en los cuatro pozos, que producían 5.000 toneladas de fosfatos al mes. «¿Cuándo va a valorar esta ciudad su patrimonio minero? ¿Qué poblaciones pueden tener un tesoro semejante a 1,5 kilómetros?», se pregunta el presidente.

Por todo ello, la Asociación AMAM pretende mantener las raíces de la mina más vivas que nunca y ha iniciado distintas actividades con este fin. Sustenta su labor en distintos pilares, el primero y principal la recuperación del Poblado Minero, su adaptación a los tiempos. «Hace días realizamos una visita con la alcaldesa y estamos tratando de ponernos en contacto con la consejera de Cultura de la Junta. Vamos a insistir ante las administraciones en que tenemos un Bien de Interés Cultural que está totalmente abandonado y que debe ser prioridad», afirma el presidente.

La asociación considera factible habilitar un parque temático de la minería renovando algunas estructuras y favoreciendo las visitas turísticas, tal y como ya se hace en Río Tinto, Almadén y otras poblaciones, por ejemplo Logrosán en Cáceres. El colectivo recuerda que «se está desaprovechando un espacio capaz de atraer al visitante, situado a escasos minutos del centro de la ciudad», lamenta Eugenio Cantero, administrador de la asociación, cuyo abuelo sembró el gran eucalipto que preside uno de los principales pozos, San Salvador (El Torreón), donde él mismo vivió con sus padres y hermanos. «Muchos no nos explicamos cómo se pudieron derribar las viejas escuelas y la enorme fábrica de madera», denuncia. La asociación sostiene que se puede recuperar el poblado, el entorno de los pozos, las casas de la bocamina...

RAÍCES VIVAS / El segundo pilar de AMAM consiste en fomentar las relaciones entre todos los que sienten amor por la mina. Muchos fueron trasladados a otros yacimientos cuando se cerró la explotación, y otros tuvieron que marcharse en busca de trabajo lejos de la ciudad. Por eso, AMAM hace una intensa labor a través de las redes sociales y de otras herramientas para poner en contacto a todos los que aman el viejo yacimiento, incluso ha llegado a reunir a familiares. «Les transmitimos que la mina continúa viva, que ellos siguen teniendo aquí su origen aunque estén en Asturias o Barcelona», dice Pedro Cabeza.

Otro de los puntales del colectivo es el Festival Flamenco Minas de Aldea Moret, que este año celebrará su edición 14º y en el que actúan las mejores voces, como los ganadores de la Lámpara Minera. Se trata del momento más entrañable, ya que paralelamente se celebra el encuentro de antiguos mineros a los que asisten personas que viajan expresamente desde Cataluña, País Vasco, Cantabria o Galicia para abrazar a sus amigos de la infancia, a sus excompañeros de faena. Eugenio Cantero, responsable del festival, asegura que este evento de carácter nacional tendrá dimensión internacional en un futuro próximo.