Recordar es volver a vivir. En los últimos tiempos, Aldea Moret ha vuelto al primer plano informativo por diversas cuestiones, algunas de ellas relacionadas con la rehabilitación de sus viejos edificios mineros, y como soy un nostálgico y amante de las cosas pretéritas, he considerado oportuno traer a la actualidad lo que pasó hace ya 123 años con motivo de la inauguración del ferrocarril directo de Madrid a Portugal, y la visita que hicieron a Cáceres los Reyes Alfonso XII de España y Don Luis 1 de Portugal. Y me detengo especialmente en la visita que efectuó el día 9 de octubre de 1881 al poblado minero de Aldea Moret el Rey de España, dada la importancia que en aquella fecha llegó a tener.

De esta visita se manifestó lo siguiente: "A menos de 3 kilómetros de la capital, en lugar que pocos años ha era un desierto, se levanta hoy la pequeña población minera que se llama Moret, como tributo de gratitud y estimación al distinguido orador y economista de igual nombre; don Segismundo Moret y Prendergast, en efecto, con su poderosa iniciativa y su constante esfuerzo ha dado origen y creciente prosperidad a ese modesto pueblo de obreros, que constituye un nuevo centro de vida social, en el cual hay 137 viviendas de inmejorables; cualidades higiénicas, en las que se albergan, por reducidísimo alquiler, 150 familias, o sean, por término medio, unas 500 personas. Esta es la población honrada y trabajadora de las minas de fosfatos, las cuales, aunque eran conocidas hace muchos años, no fueron objeto de explotación hasta septiembre de 1876, época en que se constituyó la Sociedad General de Fosfatos con un capital de seis millones de reales, que después ha duplicado".

La base de esta sociedad fue la adquisición de las minas antiguas de los Calerizos de Cáceres y de Zarza la Mayor, y estas adquisiciones fueron ampliadas posteriormente hasta completar la línea de contacto en toda aquella región minera.

Los filones que explotaba la sociedad eran cuatro, llamados Esmeralda, San Salvador, San Eugenio y Abundancia, que corrían paralelamente. La explotación se hacía de la siguiente manera: sobre cada filón había una máquina de vapor destinada al agotamiento del agua y a la extracción del mineral. El arranque se prepara en el interior, a 60 metros de profundidad, por cuadrillas de barreneros, que se renovaban cada ocho horas y que empleaban la pólvora y la dinamita.

Clasificado y medido el mineral, se formaba con cada clase montones especiales, de los cuales se sacaban muestras, que se analizaban diariamente en el laboratorio de la sociedad, a fin de conocer el grado y la ley de cada uno.

Por último, los minerales, clasificados y marcados convenientemente, se enviaban por medio del ferrocarril de servicio a un muelle de carga, donde se depositaban en vagones, que los conducían después a Lisboa.

La producción normal variaba entre 4.000 y 5.000 toneladas mensuales, pero la sociedad podía aumentar esta cantidad a 6.000 toneladas con unos nuevos medios de explotación de la época, entre los cuales figuraban una gran máquina de agotamiento, de fuerza de 250 caballos, y otra de extracción, de 25 caballos. Entonces la producción se elevaba a 100 toneladas por cada diez horas de trabajo.

Cuando la sociedad empezó a trabajar, el fosfato de Cáceres era poco conocido. Los norteamericanos monopolizaban el mercado de Londres, enviándole anualmente 200.000 toneladas; mas la sociedad no sólo vendía cuanto producía, sino que no podía satisfacer todos los pedidos que tenía del extranjero.

Según cuentan las crónicas, "todo lo visitó el Rey con el mayor detenimiento, auxiliado con las indicaciones oportunas por el presidente de la sociedad, señor Jouber, y el consejero de la misma, señor Moret y Prendergast". Visitó los pozos, examinó las máquinas, se enteró de los detalles de la explotación, presenció el desfile de los quinientos obreros, "y, en fin, quedó --sigue la crónica-- altamente complacido de tan interesante fiesta, brindando luego, en el espléndido almuerzo con que fue obsequiado en el pabellón de la sociedad por el desarrollo de la industria española al doble impulso de la ciencia y el trabajo".