Fernando padece una discapacidad física, y por ello la creación de un centro especial de empleo dentro de Waechtersbach le abrió la esperanza de poder llevar una vida laboral normalizada, como cualquier otro ciudadano. "Era y es una de las pocas empresas con puestos para personas con deficiencias. Conseguí entrar muy joven, en el año 1977, y sentí una alegría especialmente grande". Su mujer, también discapacitada, trabajaba con él en la fábrica cacereña. Fueron años felices y tranquilos hasta que llegó la primera quiebra en el verano del 2002 y con ella el despido de su esposa --un total de 45 trabajadores se fueron al paro hace tres años--, que hoy sigue sin encontrar un trabajo adecuado. Fernando teme seguir ahora el mismo camino.

"Vine aquí para hacer pucheros, no para llorar, y me voy llorando sin hacer pucheros", dice indignado. "Todo empezó a torcerse cuando la propiedad era de los alemanes, no sabemos si a causa de la mala administración de aquí o de la empresa matriz. Después llegó Rodríguez Ibarra con su equipo y nos dio buena impresión, nos levantó el ánimo. Dijo que los alemanes no se irían de rositas , pero al final todos se han marchado con las rosas y nos han dejado las espinas", comenta. Su situación, asegura, será especialmente delicada si se produce finalmente el cierre de Waechtersbach, la tercera mayor industria de Cáceres: "El empleo para los discapacitados está muy difícil", señala.