La historia del hospital Nuestra Señora de la Montaña se remonta al siglo XIX, cuando en Cáceres existían 92 pequeños hospitales para aislamiento de infecciosos, asilo de los pobres, .... Cada uno tenía su cometido. El Virgen de la Montaña, como realmente lo conocen los cacereños, fue desde sus inicios diseñado para curar y así se ha mantenido (y se mantendrá) durante toda su historia. Fue clave en la epidemia del cólera y hoy, dos siglos después, ha sido un edificio crucial en la lucha contra el coronavirus.

No siempre estuvo junto al paseo de Calvo Sotelo, sino que en sus orígenes se ubicó en el convento San Francisco. Allí abrió en 1935, cuando la Junta Superior de Calidad decide crear el Hospital Civil y Provincial de la Milagrosa, Virgen de la Montaña. Tenía espacio para acoger a 800 enfermos. Siempre ha dependido de la diputación.

En cambio, la epidemia del cólera de los años 50 puso de manifiesto la necesidad de un espacio más amplio que permitiera ‘curar’ y atender a más enfermos. Además de las deficiencias que presentaba el convento, hoy reconvertido en complejo cultural, para la atención sanitaria. Así, con la nueva Ley de Sanidad de 1855 se facilitaron planteamientos sanitarios más avanzados, lo que permitió poner en marcha el proyecto de construcción de un nuevo hospital a las afueras de la ciudad en 1859.

Aunque tardó casi 30 años en comenzar a levantarse, debido al elevado coste del primer proyecto: Más de siete millones de pesetas. Con esas cifras era irrealizable. Los técnicos tuvieron que elaborar hasta cinco proyectos distintos con el objetivo de abaratar costes. Y no fue hasta 1884 cuando se dio con el que más encajaba: Un diseño con un presupuesto de 50.000 pesetas (y un sobrecoste de casi 22.000 más). Ya entonces urgía el traslado debido a las condiciones que soportaban los hospitalizados en el convento San Francisco.

La mayor obra del XIX

Las obras finalizaron en 1890 y se inauguró dos años más tarde. Desde entonces este histórico edificio ha ‘curado’ a miles de cacereños. Fue la mayor obra del siglo XIX y el primer hospital público dotado de personal y de recursos adecuados. En suma, el primer hospital moderno, aunque arrastró deficiencias desde su inicio (desde 1914 ya se hablaba de su mal estado). En los años 80 se acometió la que fue la mayor y única rehabilitación desde que se levantó. En 1990 pasó a depender del Insalud y años más tarde del Servicio Extremeño de Salud, cuando se hizo el traspaso de competencias sanitarias a las comunidades autónomas; aunque el edificio continúa siendo propiedad de diputación.

Hoy en día es un inmueble céntrico, pero por aquellos años estaba situado a las afueras de la ciudad, porque los centros sanitarios debían alejarse de los cascos urbanos para evitar contagios. Entonces solo existían otros tres edificios en esta zona de la periferia, llamada ‘las afueras de San Antón’: las Hermanitas de los Pobres (1885), el Parador del Carmen (finales XVIII-principios XIX) y la estación de tren (1881).

Precisamente esa ubicación tan céntrica ha llevado a varios colectivos y a particulares a ofrecer diferentes utilidades de ámbito empresarial cuando se anunció su cierre, en octubre del año pasado. Fue en esa fecha cuando los servicios de hospitalización que aún se prestaban en el edificio (Geriatría y Psiquiatría) se trasladaron al San Pedro de Alcántara. El cambio fue posible por la apertura del nuevo hospital, que permitió reorganizar la estructura sanitaria.

El Virgen de la Montaña, un mastodóntico edificio con más de 20.000 metros cuadrados, ha podido convertirse en un hotel del lujo, en un centro comercial, en un espacio destinado a la cultura y a los jóvenes o en una residencia de ancianos. Diputación también recibió la propuesta de un grupo privado interesado en abrir una clínica sanitaria.

Sin proyectos privados

Nada de eso se hará finalmente realidad porque el Virgen de la Montaña fue diseñado para ‘curar’ y así permanecerá. La diputación, dueña del inmueble, la Junta de Extremadura y el ayuntamiento han decidido mantener allí el Punto de Atención Continuada (PAC) y trasladar a estas dependencias los centros de salud Zona Centro y Plaza de Argel. Ya han comenzado las obras para mejorar el PAC y para adaptar los espacios que acogerán el primero de los ambulatorios. Van «muy avanzadas», según confirma la Consejería de Sanidad, y deberán estar concluidas a principios de año. Aunque por el momento no se concretan fechas para el traslado del centro de salud. Una vez que este comience a funcionar en el Virgen de la Montaña empezará la obra para trasladar el de Plaza de Argel, pero para esto tampoco se ofrecen fechas concretas.

Y mientras tanto, el antiguo hospital continúa prestando uso sanitario. Ha sido un edificio clave en la lucha contra la pandemia del coronavirus. Cuando cerró en octubre del 2019 nadie imaginó que volvería a llenarse de camas y de enfermos, pero solo cinco meses después retomó su actividad para atender a los ingresados de covid de la provincia de Cáceres. Los especialistas dicen que fue la salvación porque, de no haber existido, no habría habido camas suficientes para todos los hospitalizados. Se preparó literalmente en 48 horas y estuvo abierto durante dos meses. Después de aquello Sanidad estuvo a punto de reabrirlo en dos ocasiones más (en septiembre y en noviembre), pero finalmente no fue necesario porque la presión hospitalaria comenzó a descender. El edificio se mantiene, no obstante, preparado por si fuera necesario, ya no solo para el área de salud de Cáceres, sino para cualquiera de las zonas sanitarias de la región.

Eso sí, ese uso sanitario se compartirá ahora con el educativo y el cultural porque el proyecto de futuro contempla también el traslado del Archivo Histórico Provincial y de los conservatorios de música y de danza. Por el momento es solo una idea porque será necesario primero elaborar un estudio sobre el estado de las estructuras del edificio para conocer si está preparado para albergar estos otros servicios. Lo que más preocupa es el archivo porque las dependencias deben ser lo suficientemente sólidas como para soportar el peso de las 120.000 cajas de documentos que se custodian en este organismo. Requiere además de un espacio sin humedades y sin luz, para evitar que se deterioren.

La Junta de Extremadura ha encargado ya la elaboración de este estudio, que deberá entregar a la diputación para decidir si finalmente el proyecto pensado puede convertirse en realidad.