Virgina Sánchez apenas guarda recuerdos de su padre, porque cuando los terroristas decidieron que el momento de éste había llegado ella solo tenía 13 meses de edad. Todos los porqué que eso dejó en el aire la impulsaron a implicarse en la ayuda a otros que guardan las mismas preguntas. El resultado es la Asociación de Víctimas del Terrorismo en Extremadura, que este año recibe el premio Fernando Palacios de la Asociación de Vecinos Nuevo Cáceres.

--¿Con qué ánimo lo reciben?

--Pensando que ya, de una vez, se dan cuenta de que estamos aquí, nos van conociendo, saben quiénes somos.

--Nuevo Cáceres es el mismo colectivo que promueve la instalación de un monolito en recuerdo a las víctimas del terrorismo en uno de sus parques.

--Esos gestos ayudan a que la gente de alrededor se dé cuenta de que aquí también hay víctimas del terrorismo. Hay mucha gente que no lo sabe.

--¿Cómo se crea el colectivo?

--A raíz de la segregación de la Asociación de Víctimas del Terrorismo por regiones. Vamos poco a poco, pero intentamos ayudar a los socios, estar cerca de ellos. Aún hoy hay personas que no tienen reconocida su condición de víctima, que no tienen la pensión, que no les han entregado las condecoraciones. En muchos casos es porque no lo sabían y no se han movido.

--O quizás porque han querido olvidar cuanto antes.

--Eso también. Pero acaban perdiendo así cosas que les pertenecen.

--Olvidar no ha sido su opción.

--Yo apenas conocí a mi padre porque tenía 13 meses cuando sucedió. Mi madre ha sido todo. Pero sí es cierto que en el colegio lo pasé mal. Yo no era capaz de responder a la típica pregunta del colegio: "¿a qué se dedica tu padre?". ¿Qué decía?. ¿A mi padre lo han matado?. Te sientes diferente. Y no lo olvidas.

--Cómo evoluciona una víctima en 25 años.

--En mi caso he ido creciendo con enfado y con rabia. Pero no por no saber qué es un padre, sino por no saber por qué me lo quitaron así. Es la misma pregunta que se ha hecho mi madre siempre. Y no hay respuesta.

--¿Y cómo ha evolucionado la atención a las víctimas en ese tiempo?

--Ha mejorado mucho, en general, y más aún en nuestra comunidad, donde antes no había nada. En la asociación aún no tenemos tantos recursos como otras que llevan más tiempo, pero vamos avanzando. En septiembre comenzará a trabajar un abogado con nosotros.

--¿Qué le sugiere la palabra terrorismo?

--Solo dolor. Cuando veo un nuevo atentado pienso en lo que a esa familia le queda por pasar. Ves un entierro igual que el de tu padre, con la misma bandera sobre el féretro. Todo igual que en 1983. Y siempre será igual hasta que acabe.

--¿Y la palabra negociación?

--No me sugiere nada. ¿Cómo se negocia con asesinos?, ¿se puede negociar con ellos?, ¿se puede negociar con quien te dice que o le das algo o te mata?.

--¿Cómo recibió la Asociación Extremeña de Víctimas del terrorismo el reciente cambio de gobierno en el País Vasco?

--La verdad es que la atención a las víctimas por parte del gobierno del País Vasco es buena ahora, pero también era buena antes. Siempre ha habido buena relación.

--¿Con cada detención de ETA ven que se abren puertas?

--Un poco sí. Pero no dejan de matar o de intentarlo. Avanzamos muy lento y no sé si conoceremos el fin de la violencia.

--¿No es optimista?

--Me gustaría. Para que la muerte de mi padre sirviera para algo. Al menos para que no mueran más.

--¿Perdonaría?

--No puedo.

--¿Y se puede olvidar?

--Menos aún.

--¿Se lo contará a su hijo?

--Cuando llegue el momento le pediré a mi madre que me ayude a hacerlo. Yo no sé si sabré cómo contárselo, pero quiero que lo sepa porque mi niño --está embarazada de seis meses-- se llamará Pablo por mi padre.