Cuando en marzo muchos estudiantes regresaron a sus casas casi con lo puesto, y en verano seguía sin aclararse si las universidades impartirían formación virtual o presencial, parecía que el mercado inmobiliario se iba a quedar este curso sin los inquilinos universitarios, que suponen un notable porcentaje en ciudades como Cáceres. No ha sido así. Pero si la temporada alta de la búsqueda de pisos se centra sobre todo en junio y julio, cuando ‘vuelan’ la mayoría de las mejores ofertas para los jóvenes, esta vez la demanda no ha arrancado hasta mediados de agosto, es decir, hasta que los estudiantes han tenido la certeza de que las clases iban comenzar (al menos comenzar) de forma presencial.

«Al final prácticamente se ha alquilado el mismo número de pisos que otros años. Ha habido un pequeño descenso en la demanda, pero poco significativo», explica Francisco Marroquín, presidente del Colegio Oficial de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Cáceres (Coapi). Y éste no es un dato baladí, porque el arriendo a estudiantes supone entre el 35% y el 40% del total de los que se realizan en la ciudad (más de un tercio). «La diferencia ha sido que no ha existido el pico de junio y julio, y se ha acumulado la actividad a partir de la segunda quincena de agosto. Otros años se marchan de vacaciones con la vivienda ya reservada para septiembre», detalla el profesional inmobiliario.

Nueva cláusula por si...

Además, existe una nueva cláusula que muchos propietarios y arrendatarios están incluyendo en los contratos. Se trata de un pequeño párrafo por el cual se permite a los inquilinos rescindir el contrato en caso de nuevo confinamiento o suspensión de las clases presenciales. Eso sí, el titular también podrá disponer de la vivienda desde ese momento para volver a ocuparla. «En realidad, la Ley de Arrendamiento Urbano ya recoge que después de seis meses el arrendatario puede dar por resuelto el contrato libremente, exista o no esa cláusula», matiza Francisco Marroquín.

De hecho, durante el confinamiento anterior no se produjeron especiales conflictos con los arriendos en Cáceres. Inquilinos y propietarios llegaron por lo general a acuerdos entre ellos (cobrar solo abril o la mitad del periodo concertado). «El principal problema por tanto no fue ése, sino la demora de los estudiantes en recoger sus pertenencias de los pisos para que el propietario pudiera disponer de ellos. El confinamiento lo hizo imposible. Y esto no lo puede prever ninguna cláusula porque no es posible obligar a nadie a trasladarse en esas circunstancias», reflexiona el presidente del Coapi.

No son trasteros

Por otra parte, los pisos destinados a universitarios ya no pueden convertirse en el trastero de la casa familiar donde ubicar los muebles antiguos. Poco a poco se acaba la ‘leyenda negra’ de los estudiantes, que se muestran más cuidadosos con las viviendas, o al menos tanto como otros colectivos. «Son más exigentes, buscan cierta estética y confort en los alquileres, y los propietario también han mejorado sus viviendas, por lo que igualmente exigen sus derechos y garantías», aclara el profesional. Además, si los jóvenes se encuentran cómodos en un piso tienden a renovar el contrato año tras año. Por eso, durante los últimos tiempos se aprecia un menor movimiento en el sector, más estable en la permanencia.

En esta nueva tendencia también ha influido la Asesoría - Bolsa de Vivienda Joven, que funciona desde 2017 fruto de un convenio entre el Ayuntamiento de Cáceres y el propio Coapi. Se trata de un servicio público y gratuito para estudiantes de 18 a 30 años que vayan a residir en el municipio de Cáceres, accesible a través de la web del Instituto Municipal de Juventud. Según explica el presidente del colegio profesional, los jóvenes encuentran aquí un amplio abanico de inmuebles para vivir durante el curso. Además presentan buenas condiciones y tienen una habitabilidad garantizada. Se trata de una base de datos actualizada con pisos, estudios, apartamentos, etc... De este modo se evita que los estudiantes y sus familias tengan que peregrinar por la ciudad buscando pisos adecuados. En el portal lo tienen todo, sin engaños y sin comisiones.

Asesoría abierta

Los propietarios de las viviendas también encuentran garantías, porque esta bolsa incluye una asesoría jurídica y contractual que permite resolver dudas a las dos partes: arrendador y arrendatario. También dispone de un modelo de contrato que responde a la legalidad, de uso voluntario. Además, facilita el contacto entre los demandantes y los propietarios de los inmuebles, les apoya en los trámites y dispone de información sobre jóvenes que desean compartir una vivienda para ayudarles a encontrar compañeros. «Normalmente suelen hacerlo estudiantes del mismo sexo, no son habituales las solicitudes de pisos mixtos», desvela Francisco Marroquín.

Este servicio de asesoramiento ayuda a resolver las dudas más habituales: ¿Cómo selecciono la vivienda adecuada? ¿Es legal la cláusula que me exigen? ¿No me estarán cobrando más por ser estudiante? ¿Se quedarán con la fianza con cualquier excusa? Funciona de manera ininterrumpida a través de correo electrónico, y las respuestas llegan en un plazo máximo de 24 horas (coapicaceres@gmail.com).

Lo más buscado: amueblado por 150 euros al mes

El perfil de los inmuebles que buscan los estudiantes en Cáceres se encuentra muy definido. En primer lugar deben estar amueblados para evitar mudanzas y complicaciones semejantes. Ganan enteros los pisos curiosos, cuidados, con cierto orden y estética, según detalla Francisco Marroquín.

«La gran mayoría busca pisos compartidos de tres o cuatro dormitorios. De este modo suelen pagar entre 120 y 180 euros por cabeza según el inmueble elegido, que normalmente cuesta de 400 a 500 euros al mes, aunque algunos pueden llegar a los 600», señala. El propietario se hace cargo de la comunidad y los inquilinos deben costear los suministros: luz, agua y gas. La calefacción y el aire acondicionado son extras que no se piden habitualmente, pero la red wifi ya se considera prioritaria entre los jóvenes.

La ubicación resulta también muy importante para los estudiantes. Se decantan por viviendas preferiblemente situadas en el centro cacereño, y sobre todo cercanas a las paradas del autobús urbano para su traslado hasta el campus, ya que la mayoría no dispone de transporte propio. «Es cierto que empiezan a proliferar los jóvenes que piden pisos con garajes porque ya se mueven con sus coches», afirma el presidente del Coapi.

Precios mantenidos

En definitiva, septiembre ha vuelto a ser el mes de mayor actividad en las inmobiliarias, ya que no solo los estudiantes, también otros ciudadanos aprovechan el inicio del otoño para cambiar de domicilio. No obstante, «durante el resto del año quedan viviendas libres en la ciudad, donde la oferta es suficiente y los precios se vienen manteniendo», concluye Francisco Marroquín.