Miércoles, 26 de marzo. Diez y cuarto de la mañana. EL PERIODICO y el presidente vecinal de la Ciudad Monumental inician un recorrido por la parte antigua para comprobar si efectivamente entran y aparcan tantos vehículos, pese a la restricción que se estableció en el 2003. El ayuntamiento afirma que existen 700 tarjetas de acceso, cantidad excesiva para 360 residentes y unas 40 empresas, por ello prevé eliminar unas 200. A los quince minutos de caminar por intramuros el problema se hace evidente: pueden contarse decenas de coches apelotonados en plazas medievales y callejuelas centenarias, dificultando la vista de grandes palacios y antiguos templos. Los turistas se llevan una buena ristra de furgonetas y turismos en sus cámaras digitales. Recuerdos de Cáceres .

"Una cosa es la carga y descarga, y otra todos estos turismos que se pasan aquí la mañana entera. No son precisamente de los vecinos porque a las tres de la tarde apenas quedan coches. Los conocemos, mira, ése es un buen ejemplo: pertenece a una trabajadora de una institución que tiene su sitio cogido", revela el presidente vecinal, Luis García. En Santa María, por ejemplo, resulta imposible disfrutar de una vista nítida de la casa de los Duques de Valencia o de palacios como los Golfines de Abajo (siglo XV), Ovando (XVI) y la Diputación. Varios coches aparcados lo dificultan.

Rincones, aceras...

Pero Santa María es la plaza más despejada. A las diez y media no hay un solo hueco en Caldereros, donde se cuentan hasta nueve coches: siete frente al rectorado, uno en el hueco lateral y otro en plena desembocadura de la calle del Mono. "Y espera a que llegue la hora punta, hacia las 11.00. La gente entra a hacer recados en las instituciones o salen a la hora del café y vuelven en un rato. ¡Menuda movida!", ironiza Luis García. Cuando se inició la restricción en el 2003, vecinos y ayuntamiento acordaron incluso que nadie aparcaría en Caldereros. "Aquello duró dos años".

Más arriba, en los adarves, el movimiento se hace continuo. Los turistas se detienen, se aprietan contra los muros cuando pasan los coches, porque en el otro lateral, y ocupando todo el acerado, se alinean once vehículos. A pocos metros, junto al Arco de Santa Ana, otros dos turismos ocultan parte del palacio de los Condes de Adanero (XVI), un rincón especialmente bello.

En San Mateo, poco antes de las once, la imagen se torna desoladora. Hay varios coches, cinco de ellos junto a la Casa de Carvajal y Ulloa (XV), frente al denominado Solar de los Ulloa (XVI). Otros tres ocupan toda la fachada norte del convento de San Pablo (XV-XVII), siete más se agolpan en el acceso al Museo de las Veletas (XVI) y otros diez junto al consulado luso (si bien justo en este punto no hay monumentos).

Más abajo, en la plaza de Pereros (XV-XVI), ocho vehículos no dejan mucho más espacio. Y lo mismo por doquier: un turismo aquí y otro allá, aprovechando la esquina, el recoveco, el rincón... La encantadora calle Olmos también parece un parking. "El Parador podría tener sus cuatro o cinco plazas de cortesía, pero no esto...", critica García.

Un puzzle en Piñuelas

Y lo peor está por llegar. Ya en la parte baja, más de veinte coches encajan como piezas de puzzle en la plaza de las Piñuelas y en su acceso, primer enclave que el ayuntamiento quiere reordenar en breve reduciendo las licencias de 90 a unas 15. Los mismos malabarismos han debido hacer los once conductores que han dejado sus turismos en la plaza Conde de Canilleros, donde la coqueta entrada al palacio de Toledo-Moctezuma (XVI) y el jardincillo ni siquiera se aprecian. A la vuelta aparecen otros seis vehículos, y a la revuelta , cuatro más.

"Hay gente que se cree con el privilegio de ocupar su sitio a diario, como un derecho adquirido", lamenta el presidente, que sin embargo deja clara su postura: "No queremos una zona residencial acotada para el disfrute de los vecinos, al contrario, somos nosotros los que sufrimos las consecuencias de no tener el coche en la puerta de casa, pero ésta es una Ciudad Patrimonio y debemos mentalizarnos todos".

De hecho, la asociación vecinal tiene sus propias propuestas que ya expuso al anterior gobierno local: organizar espacios concretos de aparcamiento en zonas con menor impacto visual (para los vecinos de la parte alta, la plazoleta de San Antonio y los bajos del consulado luso, y para los residentes de la parte baja, algunas plazas del nuevo parking del antiguo colegio San Antonio), pero también establecer zonas de carga y descarga delimitadas estéticamente (ahora cada cual aparca donde puede), construir el estacionamiento de la diputación previsto en su propio patio, y reordenar los espacios adyacentes a la parte antigua, porque actualmente los coches se agolpan en estos puntos (entorno de Santa Clara, calle Trujillo, accesos a la plaza de la Concepción...).