"Ahora estoy viviendo en mi casa, con un pie dentro y otro fuera, pero viviendo", dice esta placentina que prefiere mantenerse en el anonimato. Hace una semana recibió la noticia de que nadie la echaría de momento de su casa, después de haber pasado un calvario al ver cómo se subastaba su vivienda, el pasado mes de julio.

Tiene 51 años y es madre soltera de una hija de 27 años, que, a pesar de todo, no ha dejado de estudiar su carrera de Publicidad y Relaciones Públicas. Era autónoma pero con la crisis su empresa dejó de funcionar y todo se truncó. "Me compré un piso de 60 metros cuadrados y un día las cosas empezaron a ir mal. Tuve que dejar de pagar la hipoteca, no podía hacer otra cosa porque si lo hacía no teníamos para comer. Decidirlo me costó muchas noches en vilo, llorando", cuenta a este diario.

Las cuotas de su hipoteca eran de unos 400 euros y dejó de pagar durante seis meses: "Intenté hablar con el banco pero no me daban un plazo suficiente. Con 2.400 euros se hubiera solucionado todo, pero no los tenía", dice resignada.

La paralización de su desahucio le ha dado aliento y fuerzas: "Tengo muchas ganas de luchar y confío en que algún día pueda volver a pagar el piso, nunca me negué a hacerlo, pero había días en que no teníamos ni para comprar leche", dice esta mujer, que solo tiene palabras de agradecimiento para su abogado, el que, dice, "ha salvado la vida de su familia".