Solo de pensar que la letra de este bonito corrido mexicano pueda hacerse realidad en España, a cuenta de los acontecimientos recientes en el malhadado Valle de los Caídos, habidos durante el proceso para exhumar los restos del dictador Francisco Franco nos pone a todos carne de gallina.

¡Voy camino de la locura, ya que todo me tortura, por eso quiero volver…, volver….!

En casi todos los medios hemos visto con sorpresa - ¡No nos lo podíamos creer¡ - con indignación y con tristeza, a unos descerebrados y descerebradas -pues aquí la igualdad de género es hasta dolorosa- alzando el brazo en el teatral saludo fascista y cantando un detestable himno de odio y muerte, para protestar por la decisión del Gobierno actual de humanizar aquel espacio y reconvertirlo en un lugar de dolorosa memoria; de arrepentimiento y penitencia cristiana, en el que los españoles puedan reconciliarse con su historia. Prometiendo solemnemente no volver a ensalzar la crueldad de los golpes militares; ni que los filofascistas ocupen el poder, que los dictadores genocidas corrompan a todo el país y hagan -de paso- multimillonarios a sus herederos; expropiando por la fuerza a la gente de bien todo lo que puedan -que fue mucho, porque podían mucho - mientras ordenaban la ejecución, en paredones y cunetas, de casi doscientos mil españoles, que sólo anhelaban ‘Paz, Piedad y Perdón’, por haber sido libres, solidarios, legales y leales a una España democrática, que la dictadura machacó injustamente.

Nunca hubiéramos podido imaginar que bajo la capa de constitucionalismo democrático y de libertad, se fuera creando sutilmente, por los diversos estadios de la llamada Transición, un tejido corrupto y nostálgico, que solamente deseaba la ocasión de ‘Volver…,volver” a los modos y modas del Movimiento Nacional; con su Sacrosanta Unidad de España -que excluía particularismos culturales o políticos-; su autoritarismo personalista -que perseguía libertades públicas de manifestación, expresión, edición o religión-, o su uniformidad ideológica, que ponía fuera de la ley a posturas ‘anti españolas’, agnósticas, extra católicas o populistas libertarias. Dejando disponibles a los buenos ciudadanos solamente la libertad de ser del Real Madrid o del Atlético. Libertad absoluta, solo para rellenar quinielas o apuestas del Estado, y aclamar en las plazas de toros a Paquirri o al Viti.

Al fin y al cabo, con futbol, toros y fiestas populares ya se gozaba en la España de Franco de suficientes libertades de manifestación, expresión y elección, como para que cada cual tuviera lo que más le apeteciera; dentro de los escasos niveles de cultura y educación que permitía el Régimen.

Pero después de cuarenta años de Constitución y democracia tendremos que constatar que aquella barahúnda de yerbajos podridos que crecieron en los esquilmados y arrasados Campos de Castilla de la postguerra, han vuelto a germinar y a reverdecer en los áridos cerebros de quienes no suelen regar sus ideas con agua fresca, sino con aguas estancadas, llenas de corrupción y odio, que se forman en el fondo de las cavernas.

Ideas fosilizadas, menospreciadas, desechadas por todas las naciones y colectivos progresistas; pero que siempre renacen en la vieja España -donde hay muchas cavernas prehistóricas, y cada día se descubren má -, contaminando desgraciadamente a la clase política conservadora y de “centro derecha” -para que vuelva, si es posible, a los ideales éticos y estéticos de Altamira-.

Hagamos todo lo posible por ¡No volver…, no volver!; aunque haya que cambiar la letra de este bello corrido charro.