La Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital San Pedro de Alcántara está libre de coronavirus desde el pasado martes. El día anterior falleció el último enfermo hospitalizado a causa del covid-19, un cacereño de 61 años, y desde entonces no ha habido nuevos ingresos. La unidad ha recuperado ya la normalidad, que como la de toda la sociedad, también será nueva. Desde que comenzaran a reducirse el número de hospitalizados contagiados se sometió a una limpieza extrema para poder empezar a tratar a pacientes de otras patologías diferentes al covid y que durante estos casi tres meses han sido derivados a la UCI del hospital Universitario. La unidad ha recuperado ya su esencia.

En estos momentos se encuentran ingresados en este espacio cinco pacientes libres del virus, a los que se suman otros cuatro que están hospitalizados en la del nuevo hospital. Lo que ocurre es que el trabajo, aunque en su esencia es el mismo que el que se realizaba antes de que llegara la pandemia, ha obligado a cambiar los protocolos. Ahora la unidad se somete a desinfecciones terminales de manera periódica y los especialistas continúan trabajando con los Equipos de Protección Individual (EPIs) reglamentarios, que son como buzos. Se hace así porque todos los pacientes que ingresan son considerados «posibles covid»; por tanto, hasta que no se les realiza la prueba PCR y se descarta el contagio, los sanitarios tienen que protegerse para prevenir. El test se les efectúa después de que han sido ingresados y estabilizados en la unidad ya que normalmente son pacientes críticos que necesitan de una atención urgente.

La UCI del San Pedro de Alcántara seguirá siendo la unidad de referencia para el coronavirus y continúa preparada para seguir atendiendo a enfermos con covid, teniendo en cuenta que en los hospitales cacereños aún quedan 32 pacientes hospitalizados. Está lista incluso para una nueva oleada. Se ha equipado con mamparas para permitir el aislamiento de los pacientes, de tal forma que si en cualquier momento ingresara un positivo podría compartir espacio con hospitalizados de otras patologías sin que exista peligro de una contaminación cruzada.

Estas separaciones, de aluminio y PVC, fueron instaladas a principios de marzo, cuando comenzaron a ingresar los primeros contagiados (la primera paciente entró en esta UCI el 9 de marzo). El objetivo era poder separar a positivos y negativos; sin embargo su colocación tuvo que ser interrumpida porque en cuestión de días la unidad se desbordó con pacientes de covid y el resto de hospitalizados críticos de otras patologías tuvieron que ser trasladados al Universitario.

En caso de una nueva oleada del virus la actuación volvería a ser la misma. En la UCI del San Pedro de Alcántara, con 12 puestos, se quedarán los enfermos de coronavirus y el resto se llevará al nuevo hospital. En este último están disponibles las 15 camas de su UCI habitual más otras diez de reserva. Además, en caso de que fuera necesario, se pondría en marcha la denominada Unidad de Corta Estancia (UCE), que puede funcionar en determinados casos como una UCI al uso. Durante el pico de la pandemia en la región fue necesaria la utilización de estos tres espacios.

«Estamos recomponiéndonos para volver a ser como éramos»

Después de dos meses de intenso trabajo, con la UCI del San Pedro de Alcántara desbordada y tratando a pacientes que llegaban en un estado muy crítico, la unidad ha vuelto a la normalidad, pero a su plantilla aún le cuesta. «Ahora mismo estamos tranquilos, recomponiéndonos e intentando volver a ser como éramos antes», dice el jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del complejo hospitalario de Cáceres, Basilio Sánchez.

Durante meses han trabajado con pacientes con patologías a las que estaban acostumbrados (los problemas respiratorios son usuales en estas unidades) pero «multiplicado por cinco» porque no paraban de llegar enfermos. Y con el añadido de su exposición al contagio. El miedo nunca se les quitó. Ahora atienden a sus hospitalizados pero sin ese temor a poder infectarse y terminar como a los que ellos han tratado e incluso poner en peligro las vidas de sus familias. «Hay un cambio radical. Ahora no tenemos esa tensión emocional y ese miedo real que existía porque ahora los pacientes no pueden infectarnos. Hemos recuperado la normalidad que ansiábamos», añade el jefe de la UCI de Cáceres.