El acuerdo al que han llegado los organizadores del festival Womad es un engañabobos. Las caras de algunos de sus representantes lo delataban más allá de las palabras protocolarias en la que todo eran parabienes y satisfacciones. En realidad, lo que se dice satisfecha, solamente quedó una parte. No hará falta decir quién.

No habrá ninguna ciudad en el mundo que se gaste el dinero en organizar un festival con el fin de promocionarse y atraer turismo y lo distribuya durante los días en que menos visitantes puede tener. Para demostrar que saben que lo hacen mal, se ven obligados a comprometer a empresas privadas en la organización de conciertos el viernes. Subvencionados naturalmente. De manera que dinero hay. Voluntad se duda.

Los ´womeros´ no abandonarán la ciudad hasta el domingo. ¿Cómo impedirán que durante el fin de semana proliferen los malabaristas, cómicos, percusionistas y tantos entretenimientos espontáneos, en la ciudad antigua y en la plaza? ¿No hubiera sido más lógico prolongar esas actividades oficialmente acompañadas de algún concierto en horas matutinas y vespertinas?

Que después de tantos años de festival no hayamos sido capaces de preparar la ciudad para el evento no dice nada bueno sobre nosotros y nuestros gobernantes. Hay muchas ciudades en el mundo que reciben más turistas diariamente y no ven afectado su patrimonio. ¿Dispondrán de las infraestructuras adecuadas? ¿Sabrán organizarlo? En setiembre presencié en París un concierto nocturno de rock en el mismísimo Trocadero. Claro que el alcalde sabía que los parisinos y los turistas orinan y beben y lo había previsto. Pero es que le gustaba la idea y quería organizarlo.