Qué hace una cacereña cantando en gallego por fandangos? ¿Y un mongol vestido a lo Gengis Kan ofreciendo un rock de lujo? ¿Y unos locos surafricanos pegando botes sin parar con canciones buenas de verdad? ¿Y una big band germano-cacereña recordando las mejores piezas del cubano Tito Puente? Este es el universo Womad donde cabe todo lo bueno que se haga en cualquier parte del planeta. El festival multiétnico estalló anoche de éxito. La plaza estaba casi llena desde media tarde y a las nueve ya era muy difícil transitar por ella. San Jorge no tenía un solo hueco para el primer concierto de Hanggai a las ocho. La parte antigua era un trasiego multitudinario: callejuelas atestadas, plazoletas colapsadas..., eso sí, todo en armonía.

Ayer se conoció la afluencia del viernes: 16.000 personas en el territorio Womad. Pese a ello, la noche se saldó con menos incidencias que otros años: apenas cinco asistencias por cortes leves, unos contenedores ardiendo en Colón, y, eso sí, muchas quejas de los vecinos a la policía por el descaro de los que orinaban en puertas y ventanas, pese a la existencia de baños públicos. Anoche la asistencia al festival era muy superior. Riadas de jóvenes bajaban a la plaza Mayor hacia las diez, cuando allí ya era difícil siquiera entrar.

Pero no solo jóvenes. Algo cambia en Womad. Gentes de todas las edades se vienen sumando a los conciertos y con ellos vuelven a crecer las primeras filas de público que vibran con las actuaciones, relegando los botellones a la retaguardia. También el Consorcio Gran Teatro lo puso ayer de manifiesto. Parece claro que las primeras generaciones que se entusiasmaron con el festival retoman sus posiciones adelante, incluso mayores y niños frecuentan el certamen integrándose en el mundo de los colores y la música.

Grupos como Hanggai y Donnovan Copley's Hot Water lo hacen posible. Tienen tal calidad y ritmo que ayer despejaron la resaca del viernes con sus primeras canciones, y el público comenzó a saltar como si fuera su último Womad. Los primeros (Hanggay) abarrotaron literalmente San Jorge. Procedentes de China, recordaron las antiquísimas formas de canto de Mongolia con unos sonidos realmente espectaculares que salieron de sus gargantas, y letras que hablaban de la historia, de los campos y las montañas. Pero seguidamente ofrecieron un potente punk rock con fusiones de música oriental que dispararon el ambiente. Ya tocaron el viernes y ayer repitieron, entregados a un público que lo agradecía.

Donnovan Copley's Hot Water gustó desde su primera canción. Conocida como la banda más divertida de Suráfrica, fusionó los ritmos del país con el pop y el rock a través de la maestría de músicos de orígenes muy diversos. Presentaron su último disco, Sur, y ante todo prometieron devolver el dinero de las entradas si no gustaba... y si hubiese entradas. No hizo falta. Su trepidante ritmo y su buen humor sobre el escenario arrancaron palmas al instante.

Antes, el escenario de la plaza Mayor ya había acogido otra actuación singular, fruto de ese laboratorio Womad donde todas las fusiones son posibles si hay músicos de calidad de por medio. La Mambo Diablo Big Band ofreció en la apertura de ayer su primera y última actuación, y ello porque la Big Band del Conservatorio de Cáceres aprovechó el intercambio con la orquesta de jazz de la Escuela de Música de Lüneburg (Alemania) para crear esta formación esporádica y brindar un concierto con el repertorio de latin jazz del genial Tito Puente.

Tras ellos, también en la plaza Mayor, el grupo Amesmalúa volvió a agitar la coctelera Womad para fusionar en su caso canciones gallegas y extremeñas en clave flamenca, pero también con aires de pop y jazz. Porque en Cádiz, Cáceres y Badajoz se ve precisamente a mesma lua (la misma luna), en un mensaje muy en consonancia con la filosofía del festival multiétnico.

Entrada la noche estaban previstos otros cuatro conciertos de tendencias muy distintas. Primero, el toledano Julián Maeso y su mezcla de blues, rock, soul, folk y country. Después, el grupo italiano Nisi D'Arac, capaz de retomar el folk y la poesía milenaria del mediterráneo con los ritmos e instrumentos del nuevo milenio en un resultado etno-tecno que lo hace muy especial.

El último concierto de San Jorge estaba programado a medianoche con The Barons of Tang, banda australiana de siete componentes que ofrecen World Music Heavy , como ellos mismos la presentan. Y para cerrar el certamen 2013, el lujo de la voz de Rokia Traoré, otro ejemplo del talento que encierra Mali.

HOY, DESPEDIDA Un desfile musical y multicultural clausurará esta mañana el festival. Dará comienzo a las 13.00 en San Jorge y hará un pequeño recorrido por la plaza de Santa María para cruzar el Arco de la Estrella y finalizar en la Plaza Mayor. Los participantes (puede acudir quien lo desee) exhibirán los monstruos y creaciones elaboradas por decenas de niños, de 6 y 12 años, que han participado en los talleres infantiles durante estos días.