Womad enamora. La segunda jornada del festival transformó ayer el casco antiguo en la fiesta de la música con un fenomenal ambiente y en el que la ausencia de incidentes volvió a demostrar que Womad y Cáceres hacen muy buena pareja. Los espectadores disfrutan de lo lindo con artistas que a lo mejor no volverán a ver en sus vidas, con una mezcla de edades impresiona --desde padres con hijos, universitarios y hasta por encima de los 50-- y, siempre, siempre, ese deseo de convertir la ciudad durante tres días al año en un escaparate al mundo.

Aunque el festival sirva de excusa para devolver el botellón al centro, prohibido durante el resto del año, Womad es mucho más y ayer lo demostró. Los escenarios estuvieron al completo durante casi toda la tarde y noche que, al cierre de esta edición, recibían en la plaza Mayor a la mallorquina Concha Buika en uno de los conciertos más esperados de la jornada. De madrugada, estaba previsto que le tocara el turno a la rapera gaditana Mala Rodríguez.

Y es aunque la lluvia amenazó con descargar sobre la ciudad monumental al filo de las seis de la tarde durante el taller que ofrecieron el sexteto marroquí Darga --las pocas gotas que cayeron obligaron a suspenderlo cuando solo llevaba media hora en el escenario--, el sol pudo hacerse un hueco para presidir la tarde en las plazas del casco antiguo. El sonido de los tambores acompañó también al viento que refrescó las calles del recinto intramuros por donde se pudo pasear con comodidad en las primeras horas de la tarde. En una postal muy similar a la de ediciones anteriores, el público más joven volvió a ocupar las escaleras de la plaza Mayor, litrona en mano, para disfrutar del ambiente.

NUEVA SEDE Los primeros compases del festival sirvieron para demostrar que la recuperación de la plaza de las Veletas como escenario ha sido un acierto. Los espectadores pudieron escuchar sentados sobre el empedrado la envolvente voz de la kurda Aynur como primera artista de la tarde y profesora de taller, que más tarde volvería a repetir concierto en la misma sede.

Una de las notas más decepcionantes fue el sonido del escenario principal de la plaza Mayor en el estreno de este espacio durante el concierto de los extremeños Planeta Suroeste. A pesar de la mejora en la sonorización acordada con Womad antes del festival, la calidad solo se hizo notar hasta la mitad de este espacio. A medida que se recorría la plaza Mayor en dirección contraria al escenario, el equipo de sonido iba perdiendo fuerza, haciendo muy difícil que la banda de folk, que comenzó a las siete de la tarde, lograra llegar a todo el público. Solo en el último tramo de su actuación pudieron conseguir un sonido aceptable, que la coordinación técnica justificó en la poca intensidad con la que empezó el grupo. La actuación posterior de los japoneses Pascals sí mejoró con creces.

El resto de la tarde deparó agradables sorpresas como la fenomenal puesta en escena de la banda americana Josh Dion Band en la plaza de Jorge, donde los espectadores vibraron con la frescura del rock con raíces. Tangran, la formación extremeña liderada por Ana Jiménez, también agradaron. Ambos estuvieron entre los mejores momentos de la tarde en la que el espíritu del festival se trasladó a las calles del centro, donde las exhibiciones de música y arte urbano llenaron de colorido el viernes.

A falta de estimaciones sobre cifras de asistencia, que la organización prefirió no avanzar hasta que se hubiera completado la programación de anoche --el final del concierto de La Mala estaba fijado para las dos de la madrugada de hoy--, la segunda jornada puso de manifiesto que Womad sigue muy vivo porque el público acude en masa al festival a pesar de las dificultades a las que se enfrenta cada año. La respuesta en la calle lo prueba.