Lunes, 27 de junio. Ocho de la mañana. Cuatro de los cinco magníficos , Alfonso, Orencio, Santiago y Alonso nos acompañan en este último Diario de ruta que durante 10 semanas nos ha llevado por algunos de los rincones más bellos de la geografía cacereña. Hoy sólo falta Julio para conformar este quinteto que, de forma desinteresada y con gran dedicación, ha hecho posible este pequeño cuaderno de bitácora con el que llegamos a puerto.

Y qué mejor capítulo final que este recorrido por el corazón de la sierra de San Pedro, que parte del kilómetro 23,50 de la carretera de Badajoz y que nos llevará por alcornocales y encinares hasta la pedanía de Rincón de Ballesteros, donde concluye la ruta 10.

A muy pocos kilómetros del desvío de la carretera nos adentramos en la sierra del Parral, una de las sierras interiores de la sierra de San Pedro. Esta zona está formada por cuarcitas de edad devónica que presentan nódulos de óxido de hierro, por eso no es difícil ver mineral de hierro en las faldas de esta sierra. Tampoco es extraño encontrar explotaciones de cerdos ibéricos de bellota, que en esta mañana observamos tumbados porque, como dice Alfonso, "son animales muy vagos a los que el calor afecta muchísimo, incluso es capaz de matar a piaras enteras".

La sierra del Parral es un lugar estupendo para hacer una parada y tomar un refrigerio. La estación ideal para recorrerla es el otoño porque el durísimo verano de este año ha convertido sus húmedos prados en un secarral donde imperan los cardos.

Los eucaliptos

Avanzado el camino nos encontramos con un cartel del Icona, el Instituto de Conservación de la Naturaleza, que anuncia las repoblaciones de eucaliptos que se realizaron en esta zona entre los años 40 y 60. El lado crítico y constructivo de Alfonso y Alonso vuelve a relucir cuando explican como, paradójicamente, el Icona, "en lugar de conservar hizo todo lo contrario, agredir, impactar, a veces por desconocimiento, otras por intereses ocultos, económicos o sociales".

En este caso, las repoblaciones de eucalipto llegaron a Cáceres bajo la falsa promesa de que empresas papeleras y de celulosa se implantarían en la provincia. Pero la repoblación no trajo dinero sino más bien un empobrecimiento de la biodiversidad porque los alcornoques y encinas se sustituyeron por este árbol, de crecimiento rápido que deseca lo que encuentra a su paso. En la sierra hay tantos y de tal tamaño que sorprende la majestuosidad casi desafiante con la que el eucalipto se adueña del terreno.

Frente a los cerros del Parral y el Estenilla vemos una pequeña manada de ciervas que rápidamente se han puesto a cubierto cuando hemos parado en nuestra marcha. Hay jaras y también muchos alcornoques en los que se aprecia claramente los efectos de la saca del corcho. Dicen los entendidos que la saca, es decir, el proceso de arrancar la corteza al árbol, debe realizarse entre el 1 y el 30 de julio.

Alonso nos explica que la primera vez que el alcornoque se pela es a los 25 años. Al corcho que se obtiene se le llama bornizo y no suele tener calidad. A partir de ese momento la saca se repite cada ocho o 10 años. El corcho que se recoge durante la segunda saca se le conoce como segundero y es de calidad intermedia. En torno a los 35 años de vida del alcornoque, el corcho comienza a ser rentable. La parte de corteza que se saca es la más externa (se le llama suber) y prácticamente lo que se aprovecha es el tronco.

Estamos llegando a la base del cerro del Estena. Predominan la jara pringosa y los madroños. Aquí se han cortado muchos eucaliptos y la tierra se está repoblando con alcornoques. Justo a la mitad de la ruta podemos seguir hasta Rincón de Ballesteros o subir al Estena. Escogemos la segunda opción porque, sin duda, merece la pena. Desde lo alto, a 678 metros sobre el nivel del mar, Santiago nos habla de los restos de cerámicas pertenecientes a un castro romano, datadas al final del bajo imperio y que aún se conservan. Orencio, que sabe mucho de senderismo, dice que el Estena es "la atalaya más importante de Extremadura". Desde aquí divisamos Valencia de Alcántara, Marvao (en Portugal) y pueblos de la provincia de Badajoz.

Ya camino de Rincón de Ballesteros vemos la ermita de Montserrat, formada por conglomerados de edad carbonífera muy semejantes a los que existen en el santuario catalán. Y en la pedanía de Rincón culmina nuestro paseo. Y antes del punto y final sólo cabe dar las gracias a Orencio, por su sabiduría a pie de camino, a Santiago, por su humor y las cerezas que nos trajo de La Vera, a Alfonso, por enseñarnos a amar la geología, a Julio, por su capacidad de entusiasmo y a Alonso, nuestro jefe de expedición con el que hemos aprendido a querer a la naturaleza y, sobre todo y más importante, a respetarla. Cáceres, 27 de junio, fin de trayecto.