Veinte minutos bastaron para hacer de la ciudad un callejón sin salida. Durante la tromba de agua y granizo que sacudió la ciudad desde las 20.45 se vivieron momentos de tensión en todos los puntos, ya fueran pisos, viviendas, bajos, garajes, avenidas, calles... y también en los centros comerciales

En el Carrefour los minutos de la tromba se convirtieron en instantes de auténtico pánico para trabajadores y clientes. El peso del granizo acabó por agrietar los techos y el agua inundó todas las calles de la tienda. El problema fueron los cortes de luz que bloquearon las puertas de acceso y que dejaron a la gente atrapada. "Ha sido terrible, sin luz, la gente gritaba y corría. Yo me he caído y detrás de mí otros cuantos. Nunca he vivido algo parecido. La gente estaba aterrorizada", decía una clienta, aún dentro del establecimiento.

En el Ruta de la Plata sucedió algo parecido. En este caso se inundaron los garajes y el taller de la planta sótano estaba impracticable: "el agua me llegaba por las rodillas. El taller está destrozado", comentaba el dueño del mismo, Andrés Solís. Al cierre de esta edición ninguno de los dos centros comerciales había hecho una valoración de los desperfectos pero sus trabajadores se encontraban achicando agua pasadas las 23.00 horas.

La situación no mejoraba en otros puntos del centro. La avenida de Alemania quedó colapsada como consecuencia de la caída de árboles y ramas, algunos invadiendo la calzada, y sobre los vehículos aparcados a ambos lados. En las aceras, centenares de pájaros muertos como consecuencia del viento, el agua y el granizo, que se acumularon en algunos desagües causando grandísimas balsas.

En zonas como Ronda de San Francisco también se vivieron momentos de tensión. "Creí que se me saltaban los cristales", decía una vecina. A continuación, en Mira al Río, los vecinos del número 13 no daban crédito a lo que veían sus ojos al abrir el garaje. Todos los coches flotaban en medio de una gran masa de agua que poco a poco los fue devorando hasta desaparecer. "Nunca había pasado algo así, nunca he visto algo como esto", lamentaba Emilio Arroyo, señalando hacia donde media hora antes estaba su coche aparcado, un BMW. "Lo importante es que al menos no había nadie dentro del garaje", señalaba Isabel Moreels, otra de las afectadas. En su caso eran dos los vehículos que había aparcados en el interior del garaje. "Lo he metido hace menos de una hora", lamentaba.

En pisos de Nuevo Cáceres los aparatos eléctricos se quemaron. En la calle Montánchez los colectores, tapados por hojas, se saltaban. El agua cubría las aceras y los dos hijos de un vecino del barrio tuvieron que ayudar a una mujer que, presa de la angustia, veía como su patio se cubría de agua.

En el Hospital San Pedro de Alcántara también sufrieron los efectos. Miguel Serrano, que tenía a su hija hospitalizada dando a luz, explicaba el espectáculo: "Estaba toda la circulación parada, todo el párking que hay detrás de la residencia se colapsó. Era un barrizal, hemos pasado un momento dramático".

También la balsa de agua que se formó delante de los juzgados dejó a vehículos atrapados y bajos anegados. "Es la historia de siempre", decía Juana Honrano, vecina del 10 de San Francisco, mientras achicaba agua de su casa. "Pero en los más de 70 años que tengo, nunca he visto esto", respondía Telesforo Martín, con el mismo problema en su vivienda. Allí los vecinos habían levantado una de las arquetas para retirar las hojas que se habían acumulado impidiendo que tragara el agua y anegando una de las plazas interiores de la zona, donde los coches como el de Javier Egido acabaron flotando.

Diana explica cómo en su edificio de la plaza Marrón el ascensor se averió. "Mi abuela tiene 84 años y está nerviosísima. Hay una obra al lado de casa y está todo lleno de piedras". También en esa zona el asfalto de la calle se levantó y el agua comenzó a inundar garajes.

En Moctezuma, al lado de Deseos, el agua corría con fuerza. Y una hora después, Nela Carlos, vecina de Atahualpa, miraba con desazón el árbol que había sobre su Seat Ibiza blanco recién comprado. "Me calma que me ha dicho la policía que el ayuntamiento se hará cargo del arreglo", decía.

En Sancti Espíritu los contenedores flotaban en medio de la calle. "Y los bomberos no pueden hacer nada", decía Pedro. En la estación de autobuses los coches nadaban y en Sánchez Manzano las arquetas se levantaban.

La calle Narciso Puig Mejías, en San Blas, quedó cubierta por el granizo. "Hemos pasado un miedo absoluto, esto parecía Córdoba y Jaén, que hace poco sufrieron unas inundaciones impresionantes. Tengo 70 años y en Cáceres nunca había visto nada igual", decía una vecina del barrio.