Presidente del Cacereño

El 20 de octubre, sobre las 23.00 horas, me persono en el edificio número 6 de la calle Teide, donde espero encontrar a mi esposa e hijo para dirigirnos a nuestro domicilio en Salamanca. Me sorprendo al encontrarme con una disputa doméstica sucedida entre mi esposa, su hermana y su cuñado. Momentos antes de mi llegada se había personado ya una dotación de la Policía Nacional, a requerimiento de algunos vecinos del inmueble. Estos no presentaron denuncia pero, en declaraciones posteriores, se reconocen lesiones en la cara de A.A.T.G.

Al encontrar a mi esposa en el lugar de los hechos alterada por lo que había acontecido con anterioridad, agresiva y con poco control de sus actos, teniendo en brazos a mi hijo de 20 meses, decido quitarle al niño de los brazos y evitar males mayores, y es cuando se origina una fuerte disputa.

Primero; no pretendo eximirme de ninguna responsabilidad, ni culpar a nadie de mis actuaciones.

Segundo; que mi principal interés fue la protección de mi hijo ante una situación que yo consideré peligrosa para él.

Tercero; que fui yo quien solicitó la presencia de la policía al ver que se me escapaba de las manos la situación.

Cuarto; que en ningún momento, y así lo han manifestado todos los testigos, he amenazado ni sacado arma alguna.

Quinto; que reconozco unas pequeñas agresiones consecuencia de un momento de acaloramiento, y asumo las consecuencias de mi actuación. A la vez que pido disculpas a todas las personas que se hayan sentido ofendidas por mi actuación.

Sexto; que no pretendo exculparme de la agresión realizada, pero sí aclarar que la lesión no se deriva de un acto violento, indiscriminado, sino que fue consecuencia de la disputa habida para retirar a mi hijo, de 20 meses, de los brazos de mi mujer, que consideré no estaba en ese momento en disposición de tenerlo, dado su estado agresivo.

Séptimo; quiero manifestar que no soy una persona violenta, cosa que pueden testimoniar las personas que realmente me conocen; no soy persona que agreda a mi esposa o familia, que los hechos sucedidos se dieron en una concreta circunstancia, no habitual y extrema como la manifestada, según consta en actuaciones. Que estas cuestiones deben analizarse en el exacto contexto en que se producen y no extrapolarlas por ser persona pública o conocida.

Octavo; los hechos no tienen que ver con el CP Cacereño, ni con las personas que asisten a ver el partido; el club es una entidad que está por encima de quien la preside. Júzguese la gestión del club, pero no se mezcle mi vida privada o hechos o errores cometidos en la misma.

Y noveno; comprendo que cada persona tenga su opinión al respecto de lo sucedido, yo por supuesto se la respeto, pero considero que la transcendencia de este hecho ha superado con creces la realidad de los acontecimientos. Por lo que pido que con el cumplimiento de la condena y el drama familiar que ha supuesto estos hechos, he pagado suficientemente mi culpa, por lo que me gustaría dejar zanjado definitivamente este asunto y se hable de mi persona como representante del club y dentro de lo acontecido en él, dejando al margen mi vida privada.