"Desde el viernes podemos dormir por las noches". Esa es la sensación que tienen ahora las cuatro familias que viven en el número 2 de la calle San Vicente de Paúl tras la detención, hace unos días, de su vecina del tercero por tráfico de drogas. Llevaban sufriendo diez años la práctica del menudeo en su edificio, situación que han denunciado hasta en doce ocasiones a la policía y al Defensor del Pueblo. "Estábamos desesperados. Agradecemos la labor de la policía, aunque esperemos que su ingreso en prisión perdure en el tiempo y no sea ocasional", explicó el portavoz de los vecinos, Zacarías Estévez. Dice esto porque en abril de 2008 la detenida estuvo en prisión únicamente dos meses volviendo a traficar en el inmueble cuando salió en libertad.

"Hemos pasado mucho miedo. Muchas veces los que venían a comprar se desorientaban y querían entrar en otra casa que no era la de ella. Son toxicómanos y no sabíamos cómo iban a reaccionar", señaló el portavoz vecinal que aseguró que en varias ocasiones habían destrozado los interruptores de la luz y las paredes. "Han llegado a escribir: droga sí en el rellano", aseveró.

Zacarías Estévez cuenta además que durante diez años era imposible dormir en el edificio: "Cada día subían a su casa hasta diez personas diferentes. Muchos estaban ahí hasta las tres o las cuatro de la madrugada y no podíamos dormir. Ahora por fin he conseguido pegar ojo", dice el portavoz, que incide en que la vecina vivía con su hijo de cinco años.

La policía nacional inició las investigaciones precisamente a raíz de las denuncias de estos vecinos y establecieron un dispositivo especial para comprobar la veracidad de la queja vecinal, en el que pudieron comprobar que eran frecuentes las visitas de individuos conocidos por su adicción a sustancias estupefacientes al domicilio de la mujer detenida, según fuentes policiales. Finalmente, tras obtener la autorización de entrada y registro de su casa se detuvo en su hogar a esta vecina, de 41 años y con antecedentes policiales. Una vez dentro los agentes encontraron tres gramos de cocaína y 2,1 gramos de heroína, así como útiles para su manipulación y pesaje de la droga, como una balanza de precisión y recortes de plástico para la realización de las dosis. "Es la primera vez en diez años que somos capaces de subir por las escaleras tranquilos", explicó a este diario el portavoz de los vecinos.