Walters Mba es de Camerún, sabe cinco idiomas y en su país era profesor de Microeconomía. Huyó para no aceptar unas costumbres culturales con las que no estaba de acuerdo. Hace poco vino a verlo su novia, que vive ilegalmente en Estados Unidos y, públicamente, en la plaza Mayor, le pidió que se casara con ella. La de Walters es una de las seis historias reales de los actores que forman parte de ‘Yo a Ibiza y tú a Lampedusa’, una comedia de microteatro, escrita y dirigida por Marce Solís, que pone en escena el drama de los refugiados. La Resistance Teatro da nombre a este grupo compuesto por personas refugiadas y migrantes residentes en Cáceres.

No podían haber escogido mejor nombre que el francés ‘resistencia’, que tanto recuerda a aquellos movimientos y organismos frente a la ocupación nazi de Francia y al gobierno colaboracionista de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial. Es el concepto que engloba a ese conjunto de personas que, generalmente de forma clandestina, se oponen con distintos métodos a los invasores de un territorio o a una dictadura.

Es la resistencia contemporánea contra la guerra, la violencia, la pobreza o la falta de libertad. La presencia de refugiados en la sociedad internacional se produce básicamente en el marco de conflictos armados o de violaciones de derechos humanos. Hoy, Europa está partida bajo el aluvión persistente de este drama y una xenofobia creciente, alimentada por la crisis económica iniciada a finales de la década pasada que fulminó las expectativas de las clases medias.

La odisea de estas personas para llegar a España es lo que da valor a la obra, una iniciativa de la Plataforma Refugiados Cáceres, que se dedica a tareas de sensibilización y concienciación, y que se asemeja a otras parecidas como ‘Kalimat’ (‘Palabras’), obra que daba voz a cinco hombres y cinco mujeres de Siria que con dramaturgia de Helena Tornero y dirección de Jorge Picó, se representó en mayo en el Teatro de la Abadía, en Madrid.

Es un teatro, por llamarlo de alguna manera, sin filtros, capaz de componer, en clave de comedia, un testimonio plagado de horrores, una experiencia artística, que como bien relata Marce Solís, «les está sirviendo también para integrarse y aliviar en parte algunos de los muchos problemas que padecen por su situación».

La obra, a modo de enredo, narra la historia de un grupo de nigerianos que huyen de la guerra, se pierden en el mar y en lugar de llegar al destino previsto, la isla italiana de Lampedusa, aparecen en casa de una excéntrica multimillonaria de Ibiza. En este montaje, la risa va en dos direcciones: hacia unos españoles que no saben actuar con naturalidad ante los recién llegados, pero también hacia los refugiados y sus conceptos culturales. «Hay que hacerles entender el sentido de nuestra ironía, nos dimos cuenta cuando tuvieron que pronunciar una frase que decía que a los españoles les gusta mucho la fiesta y son muy borrachos, un pequeño detalle que pensaron podía molestar al público», narra Solís.

El grupo lleva ensayando hace varios meses con gran profesionalidad. Para Marce Solís ha sido una experiencia gratificante: «Atraviesan momentos complicados; ellos aquí se cansan de esperar a que les den los papeles, temiendo que los vayan a deportar, viviendo esa continua incertidumbre. Nunca había hecho teatro con gente que no entendía nuestro idioma. Ha sido una torre de babel que me ha enseñado otras formar diferentes de entender el humor y la vida», subraya el director.

Es cierto eso de la torre de babel a la que alude Solís. No hay más que echar mano de los actores para darse cuenta. Raymond Aubacaire es de Camerún y es el protagonista en la obra de teatro. Su huida ha sido tan dura y desesperante que afirma que si lo llega a saber tal vez no lo hubiera hecho. Llegó en patera y en Cáceres está bastante integrado, es el que más tiempo lleva en la ciudad. Realiza continuamente cursos de cocina y jardinería y hace de traductor entre su compañeros.

Camara Abdoullai nació en Guinea Conacry, de donde tuvo que huir para que no le asesinaran como hicieron con su padre y hermanos. Llegó en patera en Almería y los primeros días deambuló solo sin conocer a nadie. Está haciendo un curso de electromecánica en un concesionario automovilístico en Cáceres. Juega al fútbol en la liga de la Universidad.

Stephen Mbadugha, de Nigeria, abandonó su país escapando de la guerra y siguiendo a su mujer. Ambos buscaban vivir mejor y con más seguridad. En Nigeria poseía su propia empresa de venta de automóviles. Juega en el equipo de rugbi de Cáceres. Morys Condé nació en Guinea Conacry. Es artista y allí compuso una canción crítica con el gobierno, que tuvo mucho éxito, lo que le ocasionó una persecución política y consecuencias inimaginables. Huyó a Malí, de allí a Argelia, luego a Marruecos y finalmente llegó a España a bordo de una patera junto con otras 55 personas. En Cáceres está componiendo de nuevo y aprendiendo español.

Ydelia Lava salió de Perú huyendo de la violencia y la pobreza. Lleva aquí más de 8 años y colabora con asociaciones sociales y con la iglesia ayudando a otros refugiados y colectivos desfavorecidos. Marcos Yepes (ayudante de dirección) escapó de Venezuela donde ocupaba el cargo de director de la Compañía Nacional de Danza, a causa de la tensión política y social. A pesar de su profesionalidad y prestigio tuvo que empezar de cero en España. En Cáceres está acabando la carrera de Arte Dramático en la ESAD.

Ayer posaban en la Iglesia Virgen de Guadalupe, cedida como lugar de ensayo. El estreno será el próximo 6 de septiembre, a las nueve de la noche y con entrada libre, en el Baluarte de los Pozos dentro de las actividades de las fiestas anuales de la Asociación de Vecinos Ciudad Monumental. Merecerá, a buen seguro, la pena.