Los Juegos Extremeños del Deporte Especial nunca dejarán de cautivar a quien se acerque a ellos con los ojos bien abiertos. Es lo que volvió a demostrarse durante la semana pasada en su convivencia final, que tuvo lugar en Cáceres con muy similares dosis de emoción a las 25 anteriores. El termómetro del cariño estuvo siempre muy alto, con una organización que mimó todos los detalles y que en esta ocasión mejoró cuestiones como el alojamiento, que en anteriores citas no había podido ser tan cómodo al tener lugar en localidades con menos capacidad hotelera.

Todo lo que a priori pueda decirse sobre el espíritu de superación de estos deportistas de todas las edades y condiciones llegados desde los cuatro puntos cardinales de la comunidad autónoma extremeña se queda en nada cuando se les ve disfrutar y competir a lo largo de cuatro días de complicidad con la ciudad.

Y es que hacía muchos años que Cáceres, inexplicablemente, no era sede de la convivencia que cierra siempre los Jedes. Sin embargo, el reencuentro ha merecido la pena. La Ciudad Deportiva fue su principal centro de actividades, pero los participantes además se adueñaron de las calles y plazas y se dejaron notar con su alegría barnizada de ingenuidad que tanto les caracteriza. El recuerdo que queda es inmejorable.

Brillante cierre

Todo ello se expresó bien en el llamado Cross de la Amistad , una carrera simbólica por el centro urbano que sirve para clausurar la convivencia, aunque en realidad es el segundo cero de la siguiente edición.

En esta ocasión, el recorrido fue desde la Ciudad Deportiva al popular Kiosko de la Música en el Paseo de Cánovas, donde finalmente se reunieron deportistas, monitores, acompañantes y autoridades. Con un cierto aire de tristeza porque los días que con más ilusión viven se terminaban, todos se despidieron hasta dentro de unos meses, saboreando las vivencias que han acumulado y pensando en las que les esperan a la vuelta de la esquina.