Si buscamos un poco por la red encontraremos las palabras "Street Runners" asociada a jóvenes que se dedican a recorrer zonas urbana realizando acrobacias, escalando muros y paredes, saltando desde grandes desniveles o trepando por cualquier tipo de obstáculo que encontramos en la ciudad. Para mí, desde siempre, ha tenido un sentido diferente, más utilitario, asociado con las personas que más deprisa o más despacio corren por las calles y aceras de nuestras ciudades.

No me refiero a muchas personas que realizan sus sesiones de carrera en las calles o parques, sino al uso de este tipo de desplazamiento, la carrera, como medio para conseguir otros objetivos como puedan ser ir al trabajo, hacer un recado o unas compras o ir de un lugar a otro.

Como he contado en otras ocasiones, me gusta "aprovechar" mi deporte para utilizar la carrera con otros fines que el mero entrenamiento.

Este año estoy desplazándome algunos días desde mi casa en Madrid, cerca de la plaza de toros de las Ventas, hasta el Centro de Alto Rendimiento, en Ciudad Universitaria, con una pequeña mochila a la espalda atravesando Madrid de punta a punta, de este a oeste, unos 7 kilómetros por las calles Alcalá, Goya, Génova, Alberto Aguilera... un recorrido en el que invierto poco más de 30 minutos.

Resulta muy entretenido y descubres que las distancias en las ciudades, aunque sean grandes como Madrid, no son tales, rompiendo todos los cronos del transporte público con el que no suelo tardar menos de 40-45 minutos en el mismo recorrido.

Todo esto me recuerdan esa época de mi infancia en la que antes de ser atleta iba, igualmente, corriendo siempre de un sitio a otro en Almendralejo. Ahora veo pocos chavales corriendo por la calle, o molestan o es peligroso según sus progenitores, pero así al final pensarán que por la ciudad sólo se pueden mover en coche, en moto o en autobús.