Hoy martes estaré en Extremadura, un viaje relámpago, que llamo yo. La excusa es la convocatoria de una reunión por la Consejería de los Jóvenes y el Deporte y de la Dirección General de Deportes. Quieren hablar de los sistemas de ayudas, becas y programa de promesas olímpicas y paralímpicas, con la intención de escuchar sugerencias y hacernos llegar el pensamiento de los nuevos dirigentes del deporte extremeño respecto al futuro de los programas.

La primera pregunta que se plantea es por qué ayudar a los deportistas. No tienen una intención de ´enriquecimiento´. Por su cuantía, de un lado, sirven para cubrir gastos de la práctica de alto nivel; por otro, soporte o colchón económico que permita a algunos dar el salto a una dedicación más profesional a su actividad deportiva, lo que suele ligarse a la mejora de resultados.

La realidad es una mayor profesionalización, lo que conlleva que, durante cada vez más años, tener una dedicación exclusiva al deporte pasando a un segundo plano, a la fuerza, sus carreras académicas y/o laborales.

Por ello estas ayudas durante la vida activa de los deportistas han quedado cortas. Hace falta una vuelta de tuerca en la que ya se está trabajando desde organizaciones como el Comité Olímpico Español mediante el asesoramiento a nivel académico para concretar, al final de la carrera deportiva, para los que lo necesiten, herramientas que les permitan reincorporarse a la vida académica y/o laboral sin problemas, después de haber dedicado sus mejores años y mayores esfuerzos al deporte.

Los deportistas de alto nivel, más allá de premios, son un valor intangible de sus sociedades, refuerzan su identidad y los valores como el esfuerzo, la mejora individual, la superación, la excelencia... Por eso merece la pena el esfuerzo.