Hoy quiero escribir sobre la preparación de mi debut en maratón. Comparto la tesis de que lo que no se mide no se puede controlar y, por tanto, no podemos mejorarlo por lo que es algo habitual que los deportistas y sus entrenadores dediquen más o menos tiempo a monitorizar los entrenamientos y tomar datos que, en tiempo real, de forma intuitiva por la experiencia en el entrenamiento o a posteriori, mediante análisis más complejos, nos puedan dar las claves para seguir mejorando.

Cuando empecé la preparación el pasado 9 de noviembre sabía que tenía catorce duras semanas por delante y esperaba que mi cuerpo resistiera el estrés de dicho entrenamiento y, sobre todo, asimilar el trabajo e irme encontrando cada semana un poco mejor en los entrenamientos específicos, las comúnmente denominadas "tiradas largas" para cualquier maratoniano, tanto popular como profesional, esos entrenamientos largos en los que se llegan a correr "del tirón" alrededor de 30 kilómetros seguidos.

El domingo finalicé mi décima semana de entrenamiento, un punto clave ya que entramos en la recta final. Lo importante ya está hecho y ahora, por así decirlo, hay que intentar no estropearlo con enfermedades, lesiones o experimentos de última hora. Este fin de semana realizaré un test sobre la distancia de la media maratón compitiendo en Las Palmas de Gran Canaria y luego un par o tres de entrenamientos claves y empezar a descansar para el día "D", el 14 de febrero en Sevilla.

En el resumen de estas diez semanas hay datos que me impresionan. Así, en estos 70 días he realizado 90 entrenamientos con únicamente dos días de descanso completo obligado por encontrarme enfermo, por tanto 22 días en los que he entrenado en doble sesión, mañana y tarde.

En esos 90 entrenamientos he recorrido 1.636 kilómetros en un tiempo, si lo midiéramos de seguido sumarían 4 días y dieciséis horas de carrera. Ahora sólo falta que cuaje y salga todo bien.