Está de moda en nuestra sociedad hablar de la falta de valores, sobre todo entre los jóvenes. A veces reflexiono sobre ello respecto al deporte como fuente de valores para la juventud y lo que no es juventud. Aspectos que se puedan trasladar al día a día tanto para ayudarnos a ser mejores, más felices o más saludables.

Sin embargo, me encuentro a veces con que, más que un problema de valores, lo que encontramos muchas veces es un problema de referencias. Los jóvenes de hoy tienen más o menos claros cuáles son los valores positivos y los que deben guiar una vida sana, feliz, saludable. Sin embargo, en muchas ocasiones lo que les faltan son ´referencias´ de ello en su casa, en su ambiente, en la televisión.

En el deporte, más en mi deporte, echo de menos esas referencias. En nuestra sociedad, ya lo he comentado alguna vez, en la que nos movemos en coches, motos, etc, en la que todo se facilita para no tener que hacer esfuerzos, un deporte tan básico como el atletismo pierde sus referencias. Este domingo en Lisboa un atleta ha conseguido el récord del mundo de media maratón, 21 kilómetros y 97 metros a un ritmo de 2 minutos y 46 segundos el kilómetro, casi a 22 km/h. Sólo a los aficionados nos llama la atención porque sabemos lo que es hacer, si quiera, cien metros a esa velocidad.

Para el Mundial de Atletismo de Sevilla en 1999 se usaron pegatinas que, en la parada del bus, en la calle, indicaban la longitud del récord mundial de triple salto, o de lanzamiento de peso. El ritmo al que se corre una prueba de medio fondo o de velocidad. Cualquier ciudadano podía probarse y reconocer la dificultad, lo impresionante de las gestas y, por tanto, valorarlas, pero fue un hecho puntual. Como en muchas cosas, no faltan valores, sino referencias.