Este fin de semana, en Valencia de Alcántara, durante el Gran Premio de Cáceres de campo a través, he podido disfrutar de nuevo de competir en mi tierra, rodeado de gente que me conoce. Muchos, me han visto crecer como atleta y persona. A la ida pasamos por San Vicente de Alcántara y me vinieron los recuerdos de aquel Cross del Corcho al que acudía hace sobre 15 años como infantil, cadete o junior.

Lo siguiente que me viene a la cabeza son los chavales, chicos y chicas, de esa misma edad que tenía por entonces, cuando destacaba, a medias, a nivel regional. Esperaba con ganas el Gran Premio de Cáceres, no sólo por competir, sino por ver la legión de atletas que nos visitaban. Aquellos africanos delgados y veloces, aunque no sabíamos sus nombres, los españoles tan míticos como José Luis González, o, incluso Antonio Serrano, mi actual entrenador, con el que conservo una foto que nos tomamos todo el grupo de entrenamiento de Mérida en Moraleja, creo que por 1994. Ahora es mi entrenador, como son las cosas. Me vienen a la cabeza esos chavales que, como yo, corren el Gran Premio de Cáceres y, después, disfrutan pidiendo autógrafos a los que podrían ser sus ídolos, aunque a veces no los conozcan- ¡Mira! ¡Es Marta Domínguez! ¡Pídele un autógrafo o una foto!

Una firma en la camiseta, en el dorsal, en un folio o una libreta que, pocos días después, a saber donde estarán, quizás pegados en la pared o en la carpeta, o quizás en la basura. Da igual, lo que cuenta es la ILUSION. Ojala nunca pierda la ilusión, por eso me acuerdo de ese chaval que fui, y me gustaría decirles tantas cosas, pero mejor sonrío, firmo un autógrafo o una foto, y les animo a que sigan practicando atletismo, para que un día comprendan lo que es la Ilusión y no la pierdan.