El rol del deportista hace ver muchos aspectos de la cotidianeidad de otra forma o desde otro prisma y las fechas a las que nos acercamos estos días festivos y el fin de año. Para mí las Navidades han sido unas fechas señaladas en lo deportivo, y no porque participase en las típicas, ahora, carreras de San Silvestre, sino porque una época sin clases, sin competiciones, me permitían disfrutar mucho más de mi tiempo de ocio dónde entraba el deporte.

En Almendralejo aún era muy pequeño y no se entrenaba, pero ya en Mérida, con 14-15 años recuerdo unas Navidades muy deportivas. Recuerdo las largas sesiones de entrenamiento con el frío invernal y la lluvia en el circo romano de Mérida y como nuestro entrenador nos colocaba siempre el 31 de diciembre un entrenamiento fuerte para que acabáramos bien el año y empezáramos descansando el siguiente, aunque nosotros más bien pensábamos que nos quería cansar para que no nos acostáramos muy tarde la noche del 31, algo que, a esas edades, ni así se consigue.

También recuerdo las concentraciones de entrenamiento en la costa castellonense con la Federación Española de atletismo, entre el día de Navidad y fin de año, en la que aprovechábamos para ver a amigos con los que no nos encontrábamos desde el verano, para entrenar en grupo y, si el tiempo acompañaba algo, hasta bañarnos en la playa. Algo que hacía olvidar en parte el esfuerzo de dejar a la familia en esas fechas.

Desde la época en la universidad, el periodo navideño era esencial para cargar las pilas y entrenar mucho de cara a los Campeonatos de España que nos esperaban en febrero y marzo así que no perdonábamos ni el día de Nochebuena, ni Navidad ni fin de año y, últimamente, ni año nuevo.

Este año no va a ser una excepción, con el maratón en el punto de mira, estas Navidades en Mérida van a ser de entrenar mucho así que preparaos y si alguien se apunta...