Estamos inmersos en las fechas de Semana Santa, festivas para mi en un trabajo, el de tutor de deportistas en el Programa de Atención al Deportista de Alto Nivel (PROAD), pero solamente en ese, porque en el de correr no hay descansos.

Hace un par de semanas me dijo mi entrenador, Antonio Serrano: "Pablo, hay que empezar a ponerse en marcha y las pilas que en poco más de un mes estamos preparando de nuevo otro maratón". No hay problema, le dije yo, pero al llegar a casa visité mi perfil en Strands, donde voy anotando día a día mis entrenamientos, y pude contar casi con los dedos de una mano los días que no he corrido-entrenado, desde el 14 de febrero en el que debuté en mi primera maratón en Sevilla. Cualquiera pensaría que aquello era una broma de mal gusto, pero es lo que tiene un deporte tan físico. No hay descanso... o, mejor, podríamos decir que el descanso es relativo.

La verdad es que estas últimas semanas no he parado de entrenar, algún día esporádico de descanso completo, pero no más. Sin embargo la exigencia, tanto física como mental, de dichos entrenamiento estaba a años luz de lo que me había tocado aguantar las 13 semanas de preparación específica de la maratón. Han sido como unas vacaciones completando entre 60 y 80 kilómetros semanas, en muchos de ellos aprovechando para acompañar a mi novia Amaya.

Pero ya estamos en marcha, dos semanas a buen ritmo, lo que quiere decir entrenar de lunes a domingo, con algún doblaje. La preparación específica de maratón probablemente empezará el próximo 18 de abril, después de mi visita a Irlanda a una prueba de 10 kilómetros internacional en la que espero hacer buen papel y un poco de turismo tomando una pinta de Guinness mientras escucho música en directo ;-)