Este fin de semana teníamos una cita, el nacional de campo a través individual y por selecciones. El campeonato que cierra la temporada nacional de campo a través, la culmina.

El viaje de la selección fue en bus partiendo de Cáceres, una o dos horas más de coche para los que partían de localidades del sur de nuestra extensa región, para llegar mediada la tarde a Coruña. Por mi parte, al residir en Madrid, me tocó planificar el viaje aparte. Como no estaba seguro de que pudiera ir por el maratón, descarté el avión, así que tocó alquilar coche. No tengo propio. En Madrid centro no se necesita, y para estos viajes el alquiler es buena opción.

El punto de encuentro fue el circuito a los pies de la Torre de Hércules. Nunca había estado allí. Cientos de atletas recorrían el circuito andando, corriendo, realizando el último calentamiento el día antes de la prueba, fotografiándose con el impresionante paisaje del océano Atlántico de fondo.

Este año nos ha tocado un hotel en la ciudad, pero en un polígono industrial. Estaba muy bien, pero salvo una cervecería que había al lado, pues tampoco podía irse uno a pasear por el centro, por lo que la ciudad la hemos conocido poco. Menos mal que coincidió que en el mismo hotel nos hemos alojado varias selecciones: Extremadura, Comunidad Valenciana y Euskadi, así que hemos aprovechado para las relaciones personales, charlas con conocidos y amigos de esas partes de España.

Después de la cena tocó la reunión técnica, plan del día siguiente de traslados al circuito, con Paco al mando del bus, indicaciones de los responsables, entrenadores, que se ocuparían de ayudarnos en los temas de ropa y cámara de llamadas, entrega de dorsales, repaso de los horarios de carrera, número de cajón de salidas, etcétera.

El desayuno era buffet , una horrible tentación precompetitiva. Ya se sabe: antes de competir no hay que probar nada nuevo y en el desayuno, aunque abundante, no hay que pasarse, por lo que uno tenía que huir de los donuts, los pasteles, las tartas y centrarse en lo habitual, lo que no nos sienta mal, cereales, tostadas, yogures, esos pequeños sacrificios son los que crean el carácter del atleta.

Sobre la competición, poco que decir, para eso está la crónica: podios, medallas, mejores actuaciones, peores. De Coruña nos vamos con la sensación de que nuestra selección sigue creciendo en el apartado absoluto, nuestros pequeños campeones siguen en la brecha y los equipos en juniors o promesas dependen de la fortaleza de las generaciones, de que coincidan 3 ó 4 buenos atletas medios que aporten buenas actuaciones al equipo.

Largo regreso

Después de la competición, como siempre, la vuelta es muy atropellada, la fatiga y el largo viaje de vuelta que nos espera hace que siempre sean algo tristes los finales de campeonato, por lo menos para mí. Comida en el hotel, ducha express en un par de habitaciones que nos deja solícitamente el hotel para los últimos que hemos competido y con mucha prisa de vuelta para casa. Algunos vuelven con sus familias que han venido a verlos. A otros les toca, de nuevo, sus 8-9 horas de autobús más el extra en coche hasta sus casas, por lo que hasta bien entrada la madrugada no llegan a sus domicilios, con clases o trabajo al día siguiente.

Por mi parte el viaje de vuelta, con Amaya, Sonia Bejarano y un compañero cántabro, nos deparaba sorpresas, no de nieve como a la ida, pero sí de un accidente que presenciamos justo delante nuestra en el que por suerte no hubo heridos, pero sí una salida de la carretera, precisamente de un matrimonio que había estado en A Coruña viendo correr a su hijo, atleta junior. Por suerte todo se quedó en un susto y una buena factura para arreglar el coche, pero como he escrito alguna vez, son peajes que en el deporte, muchas competiciones y viajes, a veces no en las mejores condiciones, nos cobra de vez en cuando.