A ilusión no les supera nadie. En unos meses han pasado de ganarlo todo --la temporada pasada-- a pelear por su primera victoria --en la actual--. Pero no les importa, al menos demasiado, porque las chicas del Extremadura AD Malpartida de fútbol sala irradian entusiasmo. El cambio que han experimentado ha sido "tremendo", como explica su entrenador, Pedro Parra, pues han pasado de jugar en las ligas Judex y Diputación de Cáceres (ganaron ambas sin perder ningún partido) a disputar la División de Plata de fútbol sala femenino.

Son antepenúltimas de su grupo (IV) y en seis jornadas aún no han podido sumar ningún punto. Estuvieron cerca en la última jornada (1-2 ante el Chiloeches), pero los nervios le jugaron una mala pasada durante todo el partido. Son las ganas de ganar.

"Están aprendiendo", cuenta el técnico, comprensivo, aunque añade que "para aprender nos debe bastar con la primera vuelta, incluso menos, pues antes de eso deberíamos empezar a conseguir puntos".

"Comparado con lo de la temporada pasada, esto es otro mundo", explica Cristina Barragán, ala derecho. Ella tiene 28 años, es de Fregenal de la Sierra y compatibiliza los entrenamientos con las clases de Magisterio y con su trabajo en un club de deporte especial. "Apenas voy a mi casa, pero me gusta mucho esto, aunque requiere mucho sacrificio, casi no tengo tiempo libre".

Cristina no es la única que apenas tiene tiempo para ver a la familia. Todas están igual, pues la que no estudia, trabaja, y algunas hacen ambas cosas. Además, ninguna es de Malpartida y solo hay una jugadora de Cáceres (Sonia Loizaga, de 17 años). Por lo que la primera víctima de su "vicio por el fútbol sala" (Parra dixit ) son sus familias. Su procedencia es muy dispar, estando sus lugares de origen repartidos por toda la región (Calamonte, Barcarrota, Esparragalejo, Plasencia, Don Benito, Azuaga...) e incluso fuera de ella, como es el caso de Lara Morín, que llegó a Cáceres acompañando a su novio, jugador de la AD Extremadura (Rubén Cala).

Un grupo de amigas

El Extremadura AD Malpartida surgió gracias a las ganas de jugar al fútbol sala de un grupo de amigas, la mayoría estudiantes de Ciencias del Deporte en Cáceres. Querían jugar, pero no solo en la liga universitaria. El Malpartida las acogió en su seno y les prestó el nombre y la posibilidad de ampliar sus metas. Ellas se federaron (pagaron la ficha de su bolsillo, 20 euros, lo que también hacen esta temporada) y empezaron a disputar la liga de los Juegos Deportivos Extremeños (Judex) y la de la Diputación de Cáceres.

Arrasaron. Y sin entrenador. Solo lo buscaron para disputar las finales, en abril. Y fue un hombre de la casa, Pedro Parra, que llevaba dos años trabajando con los equipos masculinos del Malpartida.

Salto a la liga nacional

Tras esos éxitos, la Federación Española pidió a la extremeña que inscribiera al equipo en categoría nacional. Dicho y hecho, o casi, porque antes se realizó un exhaustivo trabajo de búsqueda de apoyos. "El primero", cuenta Parra, "era el del Ayuntamiento de Malpartida". Y lo consiguieron, aunque hay que reseñar que ninguna de las jugadoras de la plantilla es de esa localidad. "El segundo era la Junta, porque no hay que olvidar que estamos representando a Extremadura". Después de ciertas dudas, consiguieron el "imprescindible" respaldo de Marca Extremadura. Y la tercera pata en la que se apoya el proyecto del Malpartida es la Diputación de Cáceres.

Recabados los apoyos necesarios, realizaron una pretemporada de cinco semanas donde reinó la "seriedad", enfatiza Parra. "Esta liga es muy distinta y ellas lo saben. Estamos jugando contra profesionales, pero nosotros representamos a Extremadura, lo que es muy serio, por lo que desde el principio he exigido el máximo compromiso y que lo den todo, y ellas están respondiendo".

"Es una gran responsabilidad", explica Johanna Gómez (26 años, pivote), nueva esta temporada en el equipo y que jugó la anterior campaña en el Femenino Cáceres de fútbol. Esa responsabilidad de la que habla ella también la ve como un reto de "potenciar el deporte femenino, que tristemente sigue siendo minoritario". Ella se atreve con todo. El pasado verano disputó un maratón de fútbol sala con chicos, causando gran "sorpresa" entre los rivales y el público.

"A veces tenemos buenos partidos, buenos momentos, pero nos entran los nervios y pagamos muy caros nuestros fallos", explica Johanna. Su entrenador está de acuerdo, pues cree que el nerviosismo y la falta de experiencia pueden ser la causa de que aún no hayan sumado. Pero no importa, porque ellas siguen trabajando duro para conseguir su primera victoria. Su próximo partido, el día 18 en Salamanca.