Más de 80.000 personas siguieron durante toda la jornada de ayer el Gran Desfile de Carnaval, un encuentro de la ciudadanía con la fantasía, el color y el baile a ritmos frenéticos de percusión, que contagiaba a los espectadores. Y fue así desde su comienzo al mediodía hasta que hacia las 21.00 horas llegaban los últimos artefactos. Estas cifras se corresponde con la afluencia global de todo el día, con un pico de 40.000 espectadores hacia la 13.35 horas, según la policía local.

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Fue un gran desfile, que abrió la comparsa Aquelarre, según los expertos. Y contó con un extraordinario seguimiento durante todo el itinerario, de Santa Marina a Minayo, y no solo a pie de calle, también en televisión y en las redes sociales. Extraordinario, tanto por su espectacularidad, como en participación, con unos 7.300 carnavaleros, 1.300 más que en la anterior edición, en la que ganó el concurso Los Colegas, de Miajadas. El fallo del jurado se conoció sobre las 12 de la noche y Los Lingotes se alzaron con el triunfo.

No solo las cifras hablan del carnaval, también la vuelta de la gente a las calles, con disfraces, por la mañana, al mediodía, por la tarde y por la noche, aspecto que resalta por lo que significa de apoyo popular, que avala la declaración de Interés Turístico Nacional y la candidatura al Internacional. No obstante, los más jóvenes criticaban que «no se entiende un Carnaval sin música en la calle, así no se pude relanzar la fiesta», comentaban en un grupo, en San Atón.

La jornada, más que comenzar, se prolongó tras una madrugada intensa, mezclándose carnavaleros que no se habían acostado y los operarios del Servicio de Limpieza que ya trabajaban. Y aunque Cruz Roja atendió a 117 personas --34 la jornada anterior--, no hubo incidentes destacables.

Por otro lado, los espectadores comentaban la capacidad de innovar de los grupos, con sus disfraces y con las coreografías y en coordinación. Alguna cuenta con 280 componentes.