Aunque sólo han transcurrido nueve días del mes de febrero, las lavanderas no han tenido piedad y han quemado al pelele en la plaza Mayor de Cáceres, ante la mirada de cientos de cacereños y visitantes. La tradición marca que, si este mes es favorable, hace buen tiempo y deja que la ropa se seque bien, las lavanderas bailen y festejen junto a este muñeco. Pero si es malo y llueve, le hacen arder para acabar con el frío y, de paso, con los malos augurios.

Hasta su destino final, el pelele ha desfilado por las calles de la ciudad, desde la sede de la tercera edad de la Universidad Popular. Junto a él, otros muñecos de asociaciones, como Down Extremadura, o colegios, que han corrido la misma suerte. El CEIP El Vivero acudía por primera vez a esta fiesta. Los alumnos de 1º de Primaria ocubapan las escaleras del ayuntamiento, con una vista privilegiada de la hoguera, «casi lloro por el fuego», confesaba José Antonio, de 7 años; «daba calorcito», se alegraba Antonio, de seis. La verdad es que durante unos minutos subió la temperatura de la plaza, en una de las mañanas más frías del invierno.

Con esta tradición, comienzan tres días de fiestas de Carnaval en Cáceres. Tras la quema, fue el turno de las coquillas y el licor, «sin alcohol», decían a coro los mayores de la Universidad Popular que los repartían entre las cientos de personas que hacían cola en la carpa que el ayuntamiento ha instalado en la plaza Mayor. Según los voluntarios, ayer se repartieron 140 cajas, unos 250 kilos en total, de este dulce típico. Amenizaba la espera una charanga. Había grupos muy animados, como cinco amigas de la asociación de bailes latinos de Moctezuma, ataviadas con el traje de lavandera y cestas «con vino, agua, patatera de Malpartida, queso de oveja y pan y mientras esperamos la cola, pues nos hartamos de comer», explicaba Juani, de Alcuéscar, entre risas. «Yo siempre vengo vestida de lavandera porque le hago un homenaje a mi madre, que lavaba en Los Barruecos», cuenta la malpartideña Juani, «qué tiempos aquellos más duros», concluye.

Que se lo digan a María Teresa, de 81 años, «yo iba con mi suegra a lavar a Beltrán, mi marido estaba trabajando en Alemania, subíamos a los cerros a tender la ropa, se nos helaba el agua y teníamos que romper el carámbano. Me iba con mis niños y una de las veces se me cayó uno de ellos a la pila, no me di cuenta y si no es por otro crío que estaba allí con su madre, se me ahoga», rememora esta mujer que ayer no se vistió de lavandera por el luto de su marido.

Muchos asistentes a esta fiesta reivindicaban la importancia de mantenerla viva, por eso llevaban a sus hijos vestidos con los trajes para la ocasión, como Raquel y Julián y los pequeños Nacho y Jimena, dos primos de tan sólo dos años que a duras penas podían decir ‘lavandera’, «creo que si empieza a venir la gente disfrazada de carnaval, al final esta fiesta se pierde», opina Raquel.

Uno de los grupos que iban con disfraces era el de la Once. Como explia Flori, «otras veces hemos hecho concursos de disfraces, pero ningún año hemos salido como éste». «La Once con el carnaval de Cáceres», proclama Federico, ataviado con un traje multicolor, «se trata de que ya que nosotros no podemos ver, al menos que nos vean a nosotros», dice con sorna Julián.

Los coquillos dejaron paso a las 17.00 horas al baile de mayores en la carpa de la plaza Mayor. Y a las 22.00, el pregón del poeta y músico Duende Josele, que dio por inaugurado oficialmente el Carnaval cacereño, que continuó con el show de la periodista Lydia Lozano con las drack Nacha la Macha y Chuminia Power. Ya de madrugada, el dj Cherri Coke S. puso fin al primer día de fiesta en Cáceres.