Imagina un mundo sin fronteras, donde todos los países se unieran, donde acabaran las confrontaciones, las ambiciones, donde el amor primara y se entregara y se recibiera, donde cada uno mirara al otro como hermano, donde se escuchara la risa sonora sana que sale del alma, donde cada cual tuviera lo necesario. Imagina que el rencor desapareciera, que el odio se transformara en amor, que la ilusión gobernara el universo y gotas de dicha acariciaran nuestro andar por esta tierra de Dios. Imagínalo con fuerza y quizás, como un sueño en una noche estrellada, iluminada por una luna clara, se cumpliera.