Soy hija de una profesional de la salud mental. Durante la pandemia he visto trabajar a mi madre para atender tanto a los familiares de pacientes de covid-19 como a personas muy angustiadas, deprimidas y preocupadas por su situación personal y familiar durante el confinamiento y también por su futuro inmediato. He visto cómo ha atendido a los pacientes afectados por trastornos de salud mental durante este período que los ha hecho más vulnerables al sufrimiento emocional. Ella ha hecho su trabajo asistencial de forma presencial en su entorno hospitalario cuando muchos de nosotros todavía estábamos protegidos en nuestro hogar. Siento una gran admiración por ella y por todas y todos aquellos profesionales expuestos a estas situaciones. Pero al mismo tiempo siento gran tristeza y enojo cuando veo cómo los políticos, lejos de hacer su trabajo, han utilizado a los profesionales de la salud para sus beneficios políticos. Lejos de proporcionar a la salud general y a la mental en particular un mayor número de especialistas y recursos que les permitan mejorar su trabajo, ahora ya miran hacia otro lado por electoralismo político, hasta que los necesiten de nuevo. Señores políticos, ¿a qué esperan para actuar? Nuestro país cuenta con excelentes profesionales de la salud. Pero tal vez tengan que hacer un esfuerzo para invertir en mejorar sus condiciones de trabajo. No hace falta seguir abusando de su vocación. Es necesario invertir en nuestra sanidad, mejorar sus recursos. Porque, al fin y al cabo, todos nosotros, y también ustedes, en un momento u otro la necesitaremos.