Quisiera rendir con estas letras mi homenaje de gratitud al colectivo de sanitarios que, con su gran labor, está haciendo más llevadera esta pandemia que tanto dolor está causando.

En mi caso, debido a la terrible circunstancia por la que he tenido que pasar: mi marido falleció por el virus y yo, confinada también, he tenido el apoyo de mi médico de cabecera, don Luis Nevado, del centro de salud San Jorge de Cáceres.

Me faltan palabras para poder expresar lo que ha significado para mí su apoyo, su comprensión y su asistencia. Era mi único contacto con el exterior, yo estaba sola y él, a pesar del inmenso trabajo, con jornadas maratonianas, jamás dejó de acudir en mi ayuda. Sus llamadas de teléfono, su preocupación por mi salud y mi estado de ánimo me daban fuerzas para seguir luchando y no venirme abajo.

Don Luis, ¿qué alto ha dejado el pabellón médico! Y qué bien ha cumplido su juramento hipocrático. A mí solo me queda reiterarle mi agradecimiento más sincero desde lo más profundo de mi corazón. Gracias, gracias, gracias.