La Junta de Extremadura ha prorrogado el aislamiento perimetral entre municipios, es decir, que no podemos salir de nuestro municipio salvo para algunas excepciones entre las que no se contempla la adquisición de alimentos, lo que perjudica y discrimina seriamente a los habitantes del medio rural, sobre todo a los de los pequeños pueblos como en el que vivo yo, Salvatierra de Santiago (Cáceres) con poco más de 200 habitantes y que cuenta con dos tiendas muy pequeñas que, aún a pesar del esfuerzo que hacen, no tienen infraestructura ni equipamientos para poder vender productos frescos como carnes, pescados, fruta, de aseo personal o de limpieza.

Esta situación que en principio pudiera ser algo anecdótico, se convierte en un problema sobre todo cuando la excepción se prorroga en el tiempo, y en una frustración cuando desde Junta de Extremadura se toman decisiones como aumentar o disminuir el horario de cierre de los establecimientos comerciales, ¿y eso de que no vale a los que estamos en un pueblo en el que no hay establecimientos comerciales y tampoco nos dejan ir a donde los hay?

Es la reflexión que hacen algunos vecinos. Si bien es cierto que la pandemia es una situación especial, no puede ser que una vez más los habitantes del medio rural nos sintamos como ciudadanos de segunda cuando se toman decisiones de este tipo, sobre todo cuando desde las Administraciones públicas se trata de paliar el despoblamiento rural. Entiendo que en la lucha contra la pandemia debemos sacrificarnos todos, pero también pido que las autoridades tengan en cuenta a la hora de tomar decisiones las distintas realidades geográficas y sociales que existen en Extremadura.