Según la tradición griega, el mal no está en las cosas que nos ocurren sino en nuestros deseos. Léase como estoicismo: la aceptación de la necesidad, o desear lo que existe, voluntad de lo que debe ser.

La filosofía tiene su atlas y busca la felicidad de mil maneras, de mil millones de vidas ya vividas o por vivirse. O que no podrán hacerlo. Pero, ¿y la naturaleza?, ¿y la lógica de la pasión?, ¿y la persona?, ¿y la evidencia del otro?, ¿y la imaginación?, ¿y el sentido de la existencia?...

Los setos de lavandas, con su porte denso y profundo aroma de espliego, recibían su luz, aire y agua en cada una de sus matas abriéndose las flores. Los gatos y la perra las atravesaban. El dueño los acariciaba en cuanto se los cruzaba. Tibios dedos sobre cabezas calientes, peludas, satisfechas. Una voz alegre de mujer dijo que estaba la comida en la mesa. Y la honda ambición del amor --vano, errante, inaccesible-- que les habían contado y prometido, estaba sucediendo. Sucedía.