MEDIOAMBIENTE

Árboles para el planeta

Claude Guiard

Propongo una iniciativa: que todos los diarios nacionales, en su edición del sábado o del domingo, incluyan un sobre con la semilla de un árbol. La idea es que los niños --y también los mayores-- la planten en un recipiente reciclable con tierra y la cuiden hasta que germine. Se ocuparían de este brote durante dos o tres años, o más si fuera necesario, con la condición de que tras este tiempo hubiera una recolecta general organizada por los mismos diarios, por oenegés o por un ente público, para replantar los brotes obtenidos en lugares como bosques quemados o sitios baldíos con necesidad de vida. Así, tendríamos bosques jóvenes que podrían evitar un deslizamiento del terreno y ayudarían a la contención de aguas pluviales. Y esto podría repetirse durante años, con el objetivo de salvar el planeta. Todo esto ya lo propuse hace unos 15 o 20 años, un tiempo que hemos perdido en palabrería. Y ahora he leído que debemos replantar billones de árboles con un coste estratosférico para las arcas públicas, cuando la solución la tenemos en la mano de un niño.

EUTANASIA

No volvamos a la caverna

Juan Fernando Ramón Sánchez

Torremayor (Badajoz)

Que la estupidez humana es tan grande como el Universo es algo obligado de recordar al escuchar la tontuna política que destilan algunos cargos públicos. En esta ocasión se le ha subido la gaviota a la cabeza a José Ignacio Echániz al afirmar que el PSOE busca legalizar la eutanasia como muestra de una política de recortes. Así, sin anestesia ni nada acaba de nombrar el PP la soga en casa del ahorcado a través de su portavoz adjunto en el Congreso de los Diputados. Quienes otrora cogieran las tijeras y nos quedaran rapados en cuestiones de derechos sanitarios hablan ahora de recortes. Es lo que tiene la memoria, es selectiva y no les permite recordar ni la política de recortes ni la corrupción habida. Además deben de ignorar que el Papa Francisco ya avisó que no existe ni el cielo ni el infierno como lugar específico, que todo se encuentra aquí abajo y que quien padece una enfermedad terminal e irreversible vive instalado en las puertas del infierno. Resulta paradójico que quienes defienden un pin parental y exigen ser consultados niegan la capacidad de decisión al propio enfermo terminal. Holanda hace 16 años que permite la eutanasia y seguro que no la aprobó por el ahorro que pudiera generar en las arcas públicas. La eutanasia no es obligatoria, es tan solo un derecho a decidir sobre la propia vida cuando ésta ya no merece la pena ser vivida con dignidad. Un millón de firmas solicitando al Congreso despenalizar la eutanasia no es fruto de ningún contubernio, es el deseo de avanzar como sociedad democrática y no volver a la caverna, de la que muchos y muchas de sus señorías no le hubiera gustado vernos salir.

Otra vez la falsa polémica

Miguel Fdez-Palacios Gordon

Madrid

De nuevo el PP, por sus prejuicios religiosos en asuntos tangibles que afectan a todos, arrastra los pies y miserablemente manipula al hablar de «suicidio asistido» y «solución final» para «ahorrar costes sanitarios y pensiones», eludiendo que sus políticas de recortes en Sanidad y Dependencia acabaron con más de 840 vidas, o con más de 4.000 enfermos de hepatitis C al no facilitarles fármacos de última generación. Sí, señor. Eso es sensibilidad y un saber ponderar. Y para enmarañar meten los cuidados paliativos, como si una cosa quitara a la otra. Los cuidados son óptimos cuando el enfermo, a pesar de su gravedad, anhela vivir sin dolor físico. ¿Y qué ocurre cuando hay tortura psíquica? ¿Con qué se remedia? ¿Con drogas que aletargan cual zombi? ¿Quién quiere vegetar el resto de sus días? La eutanasia está para que, cuando no hay capacidad de suicidarse por sí mismo -si pudiera se acabó el debate- y no se soporta más el suplicio moral, solicite, sin implicar penalmente a quien bien le ama o a un profesional, asistencia para quitarse de en medio. ¡Hipócritas!, entiendan de una vez por todas que a nadie se le obliga a morir ni se le impone acabar con la vida de un ser querido, en uno de los mayores actos de amor, y paradójicamente más desgarradores, que pueden darse. En cualquier caso, una vez aprobada la ley, se servirán de ella como hicieron con el divorcio, el aborto o el matrimonio homosexual.