Hay grandes pensadores que han expresado respetuosas ideas y sentimientos reflexionando sobre los pequeños animales. O las razas de mayores tamaños.

Los ha habido y los habrá mientras los animales racionales utilicen y dirijan el comportamiento hacia los irracionales, como lo han hecho siempre, que es un hábito más difícil de transformar que una ley --que las hay-- pero que en el cuarto de este siglo ha conseguido visiblizar en muchas partes del mundo que, asociaciones, partidos políticos, elecciones ganadas y colectivos muy numerosos, cambien la oscuridad por unas luces encendidas en los cerebros e intereses hacia el mundo animal vivo, que no nos pertenece, como una piedra o un juguete, en realidad, a nadie.

Pensar que cada ser vivo de su especie pueda llegar a tener el derecho a derechos ha sido argumento sólido en las obras de Aristóteles, Montaigne, Lorenza, Mosterín, Frans de Waal, Fréderic Lenoir, filósofos, cinéfilos, investigadores, etólogos, escritores. La bibliografía es inacabable. Para azuzar los viejos vestigios vetustos. Porque progresamos.